La extendida carencia de profesionalización específica para la crítica de arte en la España de fines del XIX y principios del XX hizo que, como señala África Cabanillas Casafranca (2007-2008: 364-366), un número significativo de estos escritos vieran la luz en publicaciones no especializadas y las apreciaciones de las autoras sobre arte hayan quedado entreveradas en diversos géneros y temas. No es, sin embargo, el caso de las aportaciones de Margarita Nelken, quien consagró una parte fundamental de su trayectoria a la crítica de arte. De hecho, como ella misma reconocía en una entrevista concedida a Blanca Silveira-Armesto en La Libertad, sus primeros textos “fueron sobre arte”, medio de expresión que, con mayor o menor intensidad, estuvo presente en las diferentes etapas de su vida. En esta declaración hecha en tiempos de la Segunda República, cuando era diputada en el Congreso por el Partido Socialista, añadía: “Cursé los estudios de pintura y acudí a varias Exposiciones. En el año 13 expuse en el Salón de Otoño de París. Actualmente, alternando con mis actividades sociales, sigo cursos sobre Historia del Arte” (Silveira-Armesto y Nelken, 1933: 3).

Nacida en el seno de una familia acomodada de padre alemán y madre francesa, Margarita Nelken cursó el bachillerato francés y compaginó su formación teórica con estudios de piano y de pintura. Acudió al taller de Eduardo Chicharro, artista a quien dedicará su libro Glosario (Obras y artistas) (1917). A pesar de que expuso en Viena en 1914 o en la Sala Parés de Barcelona en 1916, debido a un problema en la vista, decidió centrarse en la escritura, actividad que practicaba desde la adolescencia.

A partir de que diera a conocer un primer texto acerca de los frescos de San Antonio de la Florida pintados por Goya en la revista inglesa The Studio, sus críticas se asomaron a las páginas de publicaciones de ámbito internacional —como las francesas Le Mercure de France y La Gazette des Beax-Arts o las alemanas Über Land und Meer o Die Kunst, entre otras— y nacional, donde destacan sus artículos para Arte Español, además de los que realizó para medios como La Esfera, La Ilustración Española y Americana, La Lectura, Los Lunes del Imparcial, Renovación Española, Cosmópolis, La Libertad o Nuestro Tiempo. De 1926 a 1931 fue responsable de la sección de Blanco y Negro titulada “La mujer en el arte”.

La pluma de Nelken es precisa, limpia y elocuente al tiempo que muestra su gran conocimiento sobre arte. No en vano, la crítica procuró estar al día de las novedades estéticas, conoció a creadores de la talla de María Blanchard, fue una asidua visitante de museos, organizó exposiciones y presenció iniciativas creativas importantes como la inauguración de la muestra que la Sociedad de Artistas Ibéricos celebró en Madrid en 1925.

Con el advenimiento de la Segunda República su labor política se intensificó, orientándose sus escritos a temas de carácter social y a la crónica parlamentaria. No obstante, durante ese tiempo fue vocal del Patronato del Museo de Arte Moderno de Madrid y desempeñó actividades culturales para distintas instituciones. En 1934 se trasladó a la Unión Soviética, hecho que fue decisivo para que redactase artículos como “Arte nuevo del nuevo mundo”, que dio a conocer la revista Nueva Cultura en enero de 1936, y para que comenzase a militar en el Partido Comunista de España.

En la Guerra Civil se comprometió con la causa republicana, publicando textos en Mundo Obrero o Frente Rojo. Una vez finalizado el conflicto, y después de un período en Francia, se estableció en 1940 en México donde continuó trabajando como crítica de arte. Fue responsable de la sección “Exposiciones” del Excélsior y colaboradora habitual de su suplemento: Diorama de la Cultura. Además, publicó artículos en Mañana, Las Españas, Artes de México, Cuadernos de Bellas Artes o Cuadernos Americanos, entre otros. Durante el exilio participó en los primeros Congresos de Críticos de Arte de París, contribuyó a crear la Asociación Mexicana de Críticos de Arte y fue miembro fundador del Ateneo Español de México.

Sus reflexiones en torno al arte también fueron dadas a conocer a través de monografías. En este sentido, además del ya citado Glosario (Obras y artistas) —en el que diserta sobre pintores tan dispares como El Greco, Gauguin, Romero de Torres o Picasso—, publicó Tres tipos de Vírgenes (1929), un estudio en torno a la iconografía a partir de obras de Fra Angelico, Rafael y Alonso Cano que vuelve a ver la luz en 1942 con una edición corregida realizada por la autora. Asimismo, debemos destacar los ensayos sobre el arte del país que la acogió: Pintores de México (1949), Escultura mexicana contemporánea (1951), Carlos Orozco Romero(1951), Carlos Mérida (1961), Ignacio Asúnsolo (1962), Un mundo etéreo: la pintura de Lucinda Urristi (1964) y El expresionismo en la plástica mexicana de hoy (1964).

Como oradora dictó numerosas conferencias en instituciones relevantes como el Ateneo de Madrid, el Museo del Prado, el Museo Nacional de Arte Moderno, el Ateneo de Barcelona, el Centro Artístico de Granada o el Centro de Extremadura en México.

Especial atención merece su actividad como traductora de libros de arte. Gracias a sus conocimientos de francés fue la responsable de la edición en español de Historia del Arte (1924-1928) de Elie Faure o de La correspondencia de las artes (1965) de Étienne Souriau. Tres años después de la publicación de este último título Margarita Nelken falleció en México.

MAE, Irene García Chacón, agosto 2024. DOI: 10.26754/mae1803_1945