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Pillnitz, Alemania, 1794 – Dresde, Alemania, 1870
Académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, pintora aficionada y amante de la música.
Vicente López Portaña, Amalia María de Sajonia, 1825. Palacio Real de Madrid.
La princesa Amalia de Saxonia fue nombrada académica de honor y de mérito, el 23 de abril de 1825, en la Academia de San Carlos de Valencia, según consta en el Libro de individuos de la entidad. No figura que entregara ninguna obra, ni en ese momento ni con posterioridad, por lo que el título probablemente fue una forma de agasajar a la ilustre dama durante su estancia en la ciudad de Valencia, de regreso a su Sajonia natal. Amalia era la hermana mayor de la reina María Josefa Amalia de Sajonia Borbón-Parma (1803–1829), tercera esposa del rey de España Fernando VII (1784–1833). La princesa de Sajonia pasó la mayor parte de su vida en el Palacio de Pillnitz, cerca de Dresde (Alemania) capital del reino sajón, donde nació el día 10 de agosto de 1794. Era la hija mayor del príncipe Maximiliano de Sajonia y de Carolina de Borbón-Parma. Al igual que su hermana, Amalia María fue una mujer culta con inquietudes intelectuales, sobresaliendo por su gran formación musical que desplegó como intérprete y compositora. Contó con los mejores profesores de música de la época como Franz Anton Schubert, Vincenzo Rastrelli, Johann Miksch y Carl Maria von Weber. En 1811 comenzó a escribir música y compuso numerosas óperas, música de cámara y música sacra, además, cantaba y tocaba el clavicordio. La invasión napoleónica desplazó de su residencia a la familia, que durante un tiempo tuvieron que mezclarse con el pueblo. Esto permitió a la princesa el contacto con una cultura alejada del mundo intelectual de la Corte. Amalia escribió óperas cómicas que alcanzarían gran popularidad en Dresde.
En un ambiente muy diferente se educó su hermana la reina María Josefa Amalia, era la menor de los siete hijos del príncipe Maximiliano y había quedado huérfana con solo tres meses de edad. Desde los cinco años se educó en un colegio de monjas en su Dresde natal, hasta que fue concertado su matrimonio con el rey de España tras morir la segunda esposa de este, Isabel de Braganza. En septiembre de 1819, se firmaron en Dresde los esponsales y el 20 de octubre de ese mismo año fueron ratificados en Madrid. María Josefa era también una mujer culta que despertó el interés de su esposo. Fernando VII apreció a la reina con quien compartió un momento convulso de la historia de España, el Trienio Liberal y también los primeros años de la llamada Década Ominosa. Aunque ella se mantuvo alejada de la política, enfrascada en su profunda religiosidad, las obras de caridad y sobre todo en la escritura. Se conocen sus diarios manuscritos y llegó a publicar poesías en castellano –idioma que aprendió con asombrosa rapidez–, junto a su alemán de origen y el francés con el que se desenvolvió inicialmente en la Corte española. La incapacidad de la pareja para concebir llevó a numerosos médicos a palacio y la reina tuvo que pasar largos periodos en balnearios, pero el esfuerzo fue inútil y murió con tan solo veinticinco años sin descendencia.
Durante sus años como soberana consorte (1819-1829), María Josefa vivió los altibajos de a política fernandina. El rey tras permanecer exilado en Valençay durante la ocupación francesa había retornado en 1814 como rey constitucional. Sin embargo, Fernando VII no firmó la Constitución de 1812 ni siguió lo marcado por las Cortes, sino que se dirigió a Valencia, desde allí el rey y su círculo iniciaron un dispositivo propagandístico destinado a controlar a los constitucionalistas. El 4 de mayo de 1814 firmó en Valencia el decreto que suprimía la Constitución y, tras ser encarcelados los diputados liberales, el rey llegó a Madrid aclamado por la multitud. Hasta 1820 actuó como rey absoluto, si bien no pudo reinstaurar completamente el Antiguo Régimen por las presiones liberales. En 1819 se casó con María Josefa Amalia y el 1 de enero de 1820 tuvo lugar el pronunciamiento de Riego a favor de la Constitución de 1812. Aunque parecía que los absolutistas podrían controlar la situación varias ciudades se sumaron a la rebelión y Fernando se vio obligado a aceptar el constitucionalismo por primera vez, iniciándose el Trienio Liberal. Pero al rey le incomodaba la situación y emprendió acciones para eliminar la Constitución, como el golpe de Estado fracasado en el que estuvo implicada la familia real. Mientras tanto las potencias de la Santa Alianza, reunidas en Verona en 1822 decidieron usar la fuerza militar en su ayuda. En enero de 1823 el rey francés envió a España el ejército, los «Cien Mil Hijos de San Luis» con el duque de Angulema al mando. A pesar de la resistencia constitucional las Cortes de Cádiz se rindieron y Fernando VII firmó un decreto prometiendo el perdón general por lo ocurrido, pero al salir de Cádiz se reunió con el duque de Angulema en el Puerto de Santa María y derogó la Constitución, desencadenándose una persecución de los partidarios del régimen constitucional. El 13 de noviembre de 1823, el soberano entró de nuevo en Madrid inaugurando una época de represión y ausencia de libertad. En 1827 tras sofocar algunos sectores insurrectos su imagen quedó muy dañada y para recuperar su popularidad inició un viaje a Cataluña. Tras unirse con su esposa en Valencia donde permanecieron hasta el 19 de noviembre continuaron un viaje que les llevaría por el norte de España hasta agosto de 1828. Durante ese viaje la reina escribió su segunda novela.
La primera la inició en 1821 en la tranquilidad de La Granja, el palacio que más le agradaba a la reina, donde desarrolló su actividad literaria, poesías y descripciones detalladas en su diario. Fue entonces cuando comenzó la redacción de las supuestas cartas a su hermana Fernandina, María Fernanda de Sajonia, duquesa de Toscana, publicadas en 1822 con el beneplácito del rey. Se trata de la novela epistolar Cartas de la reina Witina a su hermana Fernandina que, tal como afirma López-Cordón en su texto, debió basar en su verdadera correspondencia. A pesar de las alusiones a cuestiones familiares o recuerdos infantiles, la finalidad era narrar y reflexionar sobre la situación española. Cinco epístolas escritas entre 1821 y 1822, que tratan de acontecimientos inmediatamente anteriores. «El espíritu de observación y soledad son los dos rasgos con que se caracteriza Witina». La reina en la voz de Witina alude a un país que le sorprende por «la desenvoltura de las mujeres y la escasa distinción de jerarquías […] Se trata de un país de contrastes, donde el pueblo […] no solo es intolerante en materia religiosa, sino que está convencido de que los hombres de otras creencias son irracionales, sin ocurrírseles que son ilustrados». Pero narra igualmente los acontecimientos históricos y rebeliones desde la visión de una mujer que es espectadora y partícipe junto a su esposo de la represión liberal.
La visita a España de su padre, el príncipe Maximiliano, junto a su hija la princesa Amalia de Sajonia (hermana mayor de la reina), se produce durante una cierta normalidad tras la intervención del ejército de la Santa Alianza y la recuperación del poder absoluto del rey en noviembre de 1823. Los ilustres visitantes permanecieron en la Corte entre el 3 de diciembre de 1824 y el 19 de abril de 1825. Los fastos con los que fueron agasajados durante su visita quedaron plasmados en la litografía de la vista del Patio de los Reyes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, diseño de Fernando Brambila para la serie de la Colección de los Reales Sitios. Maximiliano es recibido con honores de infante de España desfilando bajo palio junto a los monjes jerónimos ante una parada militar con guardias reales de infantería y fuerzas de artillería. Asimismo, durante su estancia, tanto la hermana de la reina como su padre fueron retratados en 1825 por el pintor de cámara Vicente López Portaña (1772-1850) en los dos lienzos: El príncipe Maximiliano de Sajonia y Ana María de Sajonia del Palacio Real de Madrid911. Tras permanecer varios meses en la Corte, el 20 de abril de 1825 abandonaban Madrid de vuelta a su residencia alemana, rumbo a Valencia y Barcelona, y desde allí a Perpiñán. El día anterior, el monarca había expedido un «Real Decreto sobre la conservación y rigurosa observancia de las leyes fundamentales y las demás de la monarquía española». Durante su escala en la ciudad de Valencia fueron sobradamente cumplimentados, como narraba el capitán general de Valencia y Murcia en su parte «muy circunstanciado al ministro de Guerra, describiendo el tránsito de SS. AA. RR. el príncipe Maximiliano y su augusta hija por el territorio de ambas provincias».
El 22 de abril, el padre y la hermana de la virtuosa reina entraban en Valencia por la puerta de San Vicente, una numerosa concurrencia de gentes acudió a tributar homenaje al amor y veneración que profesaban a su soberano. Los voluntarios Realistas perfectamente armados y uniformados venían dando escolta de honor a los ilustres personajes. Nada más entrar se anunció su llegada con vuelo general de campanas y salvas de artillería. Todas las fachadas de las casas y edificios públicos del recorrido estaban adornadas con «primorosas colgaduras». Las brillantes tropas de la guarnición y los voluntarios Realistas desfilaron en columnas de honor por delante del palacio donde se alojaron. Frente al cual dispusieron «un vistoso templete con varias estatuas y emblemas que simbolizaban las virtudes de SS. AA.», por la noche se encendió un castillo de fuegos artificiales que por orden del Ayuntamiento se había dispuesto en la plaza de la Aduana, al que asistieron los ilustres viajeros. A la mañana siguiente visitaron la catedral y establecimientos públicos.
Por la tarde se celebró la magnífica procesión de San Vicente Ferrer suspendida por su recepción, después salieron hacia el puerto y muelle del Grao, cuyas obras admiraron. Pero lo que más sorprendió a sus altezas «fue el ver en el jardín del Real lo cargados que estaban los naranjos de fruto, del cual cogieron y aún se dignaron probar». Por la noche asistieron al teatro que estaba vistosamente adornado e iluminado. No se produjo el más mínimo disturbio según la narración del capitán, «a pesar de los 150 y más forasteros que se agregaron a los 1.000 habitantes de esta ciudad». El día 24 por la mañana salieron de Valencia, los voluntarios Realistas fueron relevados en Almenara por los de Villarreal y en Vinaroz les esperaba el capitán general de Cataluña que los acompañó hasta Barcelona.
Así pues, el día 23 de abril de 1825 fue cuando los académicos de San Carlos acordaban otorgar el título de académica de honor y de mérito durante la visita que sus altezas, en la mañana de ese día, realizaron al establecimiento valenciano de las Bellas Artes. Como ya hicieran con la reina María Luisa de Borbón en 1808, Amalia María de Sajonia tampoco necesitó enviar una obra para ser admitida, su afición a las artes era por todos conocida. Sin embargo, la Academia de San Carlos recibió pocos años después un dibujo original firmado por su hermana la reina María Josefa Amalia. La donación la remitió el pintor de cámara Vicente López junto a varias academias realizadas por él mismo, y otras piezas al pastel de su hijo Bernardo, además de tres academias y cuatro cabezas del infante Don
Luis. La Junta recibió el 20 de marzo de 1831 con el aprecio debido «la obra hecha por la Real Mano de la virtuosa difunta Reyna, que acordó se colocara en el Dosel de la Sala deJuntas», dando orden de que se dieran las debidas gracias al señor López por tan estimable donación que mostraba su «singular afecto y zelo por la Academia».
Un aprecio manifestado directamente por reina difunta cuando visitó Valencia en 1827 de camino a Cataluña junto a su marido. Se hospedaron en el palacio de la Capitanía General acondicionado para la pareja. El rey había salido al camino a encontrarse con su esposa, y juntos entraron a la ciudad a la una de la tarde por la puerta de San Vicente que estaba decorada. El estruendo de las salvas de artillería se mezclaba con el repique de campanas, las colgaduras de seda adornaban las fachadas de las casas, la gente corría de un lado a otro para ver a los monarcas, «un espectáculo más interesante y más digno de admiración que las entradas triunfales más solemnes de los antiguos emperadores y reyes». En esa visita los académicos de San Carlos tuvieron ocasión de agasajar a la reina con un «Florero de cera coloreada» que causó la admiración de la pareja real. Asimismo, dentro de la retórica visual del absolutismo fernandino, también la imagen de la reina María Josefa Amalia fue estratégica, como afirma Ester Alba en su estudio. Anverso especular del monarca, los poderes se afanaron en ofrecer una imagen ejemplar de la reina con la que identificar la institución monárquica muy cuestionada por los liberales. El perfil reservado y piadoso de la reina fue instrumentalizado por el poder político en los talleres de los pintores cortesanos, como símbolo de una monarquía que rechazaba el mal.
MAE, Mariángeles Pérez-Martín, diciembre 2022
Pérez-Martín, Mariángeles. Ilustres e ilustradas. Académicas de Bellas Artes en España, ss. XVIII-XIX. Valencia, Tirant lo Blanch, 2020. LA PARRA LÓPEZ, Emilio. “Biografía de Fernando VII de Borbón (1808-1833)”. BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE QUERALT DEL HIERRO, María del Pilar. “María Josefa Amalia de Sajonia”. REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (en línea). |
ARASC. Libro de Individuos desde su creación 1768-1847, p. 3. THE NEW YORK TIMES. “The Princess Amalie of Saxony and Napoleon”, 13-V-1883 (en línea). En: www.nytimes. Mercurio de España, 1825, p. 272. Gazeta de Madrid, 10-V-1925, nº 56, p. 223-224. |
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Benicarló, Castellón, doc. 1789
Pintora fue nombrada académica supernumeraria en agosto de 1789 en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia.
BARCELÓN ABELLÁN, Juan. Cartilla para aprender a dibuxar, sacada por las Obras de Joseph de Rivera, llamado (bulgarm.te) el Españoleto. Alacant, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2011.
En la junta ordinaria celebrada el 9 de agosto de 1789 se presentó un memorial de Casilda Bisbal acompañado del Libro de principios de José Ribera que ella había copiado. Los académicos decidían otorgarle el título de académica supernumeraria y esperaban que siguiera con su formación para en un futuro, tal como de su talento cabía esperar, agraciarla con mayores honores. Los datos conocidos sobre ella son sumamente escasos; era vecina de Benicarló (Castellón). En 1868, Ossorio afirmaba que «a principios de este siglo pintaba con crédito en Valencia, conservándose en poder de particulares diferentes trabajos suyos, que demuestran sus excelentes disposiciones para el cultivo del arte». La cartilla fue inventariada como «un Cuaderno de 24 ojas de cuartilla de papel imperial en que se halla dibuxada de Lápiz todo el Libro o Cartilla de principios de Rivera copiado por Casilda Bisbal», pero ya no se conserva y tampoco aparecen registradas otras obras.
El aprendizaje artístico tradicionalmente se ha iniciado con el uso de cartillas de dibujo. Los principiantes copiaban las composiciones de grandes maestros a través de estampas o dibujos, cuyos modelos eran ya concebidos con esa finalidad y utilizados como material didáctico en talleres, academias y escuelas de dibujo. Desde comienzos del siglo XVII, las cartillas de principios de dibujo se extendieron por toda Europa bajo la influencia francesa, aunque surgieron en Italia. Ribera fue el primer español que publicó estampas para este uso; su obra fue muy difundida en Francia, grabada al aguafuerte por Louis Ferdinand y publicada antes de 1650 por Nicolas Langlois, pues de ese año es la segunda edición de Pierre Mariette . En España, Jusepe Martínez y Palomino recomendaban para iniciarse en el dibujo copiar a los clásicos y, sobre todo, al insigne «Españoleto» José de Ribera. De los modelos pedagógicos que dibujó y grabó Ribera, en torno a 1622, se conocen varios estudios de ojos, orejas, narices y bocas, posiblemente diseñados como láminas sueltas. El Livro de principios para aprender a dibuxar sacado por las Obras de Joseph de Rivera, llamado (bulgarm.te) el Españoleto, grabado en Madrid por Juan Barcelón, discípulo de Juan Bernabé Palomino, fue publicado hacia 1774 con portada [fig. 14] en castellano y en francés. En la Calcografía Nacional se vendía por 12 reales en 1830. Ese año se vendieron diecinueve, en 1835 ya fueron setenta y seis ejemplares. Durante el siglo XVIII y parte del XIX, los planes de estudio de las academias de arte seguían los métodos habituales del taller, por lo que las cartillas continuaron siendo el material de estudio. La demanda no fue solo académica, sino que también se utilizaban en las escuelas de dibujo que algunos maestros tenían en sus casas y, asimismo, las usaban los aficionados en sus domicilios.
Casilda Bisbal copió una de esas cartillas utilizada en la primera fase de formación de los pintores. Por la fecha en que presentó su obra a la academia, 1789, es probable que el original que reprodujo fuera el citado Livro de principios… que grabó Juan Barcelón en torno a 1774. Aunque un principiante podía comprarla, no era algo habitual que cualquier aficionado poseyera una de ellas, por lo que, lo más probable es que la copiara en una escuela de dibujo particular o en el taller de un pintor. No sabemos dónde adquirió su formación, pero en la misma época en que fue nombrada académica, hubo otro artista con ese apellido que aparece en las actas de la academia. En la sesión del 3 de agosto de 1788 se detalla un acuerdo tomado en febrero ante el memorial presentado por el profesor de escultura Silvestre Bisbal, vecino de Castellón. El profesor acudió el día 17 de julio para ser examinado, tras ejecutar el borrador en la sede académica le dieron seis meses para poner en limpio el asunto que debía presentar a la Junta para su admisión. No parece que lo lograra, pues no consta como académico. Sobre Silvestre Bisbal, sabemos que pintó dos retratos de los reyes para los actos de proclamación al trono de Carlos IV, por los que el ayuntamiento de Castellón le abonó treinta libras el 5 de agosto de 1789. Asimismo, Silvestre y sus hermanos fueron premiados por la invención de una máquina en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia: «Manuel Bisbal i Mulet, revisor del Santo Oficio de la Inquisición, vecino de Benicarló y, Juan Bautista y Silvestre, hermanos los tres, y estos vecinos de Castellón de la Plana, profesores de las Bellas Artes de Escultura, Arquitectura y Pintura, exponen que han inventado una Máquina para Agramar cáñamo y lino, sencillísima, de muy poco coste y fácil manejo».
El documento presentado en 1786 aparecía ilustrado, como la mayoría de artilugios e inventos, con un grabado De la máquina para agramar el Cáñamo. Sus autores Manuel, Juan Bautista y Silvestre Bisbal, hermanos. Después enviaron varios memoriales a la Sociedad en referencia a su invento. En Junta ordinaria del 4 de octubre de 1786 se les otorga un premio de 3.000 reales de vellón. Silvestre subraya que es vecino de Castellón y profesor de las tres Nobles Artes; y el 30 de agosto de 1786 escribe otra desde Valencia. Manuel desde Valencia envía una al respecto el 29 de noviembre de 1785; y nuevamente, contesta un aviso de su primo Henrique López desde Benicarló, el 16 de febrero de 1786. El hermano mayor, Manuel Bisbal Mulet, había sido desde el 12 de noviembre de 1753 y durante cuatro años aprendiz de escultura, arquitectura y adorno en el taller de Ignacio Vergara. Los tres hermanos trabajaron juntos en Cabanes, nietos del dorador Bernardo Mulet, natural de San Mateo. El padre de los artistas, Manuel Bisbal, de Borriol, era médico en Cabanes, donde se casó en 1730 con Bernarda Mulet y allí nacieron sus hijos. De hecho, Manuel Bisbal Mulet, tras formarse en Valencia (1753-1757), residió en Cabanes desde 1758 hasta al menos 1772, fecha en que realizó el sagrario de la arciprestal de San Mateo. Establecido ya en su taller de Benicarló, en 1777 acudió a Castellón a la subasta para la construcción del retablo de la iglesia de Lledó, que firmó por 600 libras, aunque en 1788 tuvo que solicitar una prórroga y, finalmente, ceder la madera del retablo inacabado. Su hermano Silvestre nació en torno a 1740 en Cabanes y allí aparece como escultor y vecino en 1771. Junto a Manuel trabaja en el taller de Benicarló en 1778 para el retablo de la iglesia de Lledó. Silvestre construyó entre 1786 y 1788 varias custodias y andas para la parroquial de Castellón por las que percibió un total de 200 libras. Asimismo, el tercer hermano, Juan Bautista Bisbal Mulet habría nacido en Cabanes hacia 1745 y se debió formar en el mismo taller familiar. En 1771 consta como escultor en los libros parroquiales y, en torno a 1779, residía en Benicarló como su hermano Manuel.
No podemos afirmar que Casilda Bisbal fuera pariente de los tres hermanos artistas, pero lo cierto es que ella residía en Benicarló en 1789 y que presentó una cartilla de principios, tarea habitual en las escuelas de dibujo. Dos de los hermanos, Juan Bautista y Silvestre, eran profesores de bellas artes en Castellón; y el tercero, Manuel, artista y revisor del Santo Oficio de la Inquisición, residía en 1786 en Benicarló. Quizá Casilda era también hermana (hija o esposa) de los Bisbal, dada la proximidad cronológica en el mismo ámbito territorial y, probablemente, participara en el taller y se formara en la escuela familiar.
MAE, Mariángeles Pérez-Martín, diciembre 2022.
ESPINÓS, Adela, Museo de Bellas Artes de Valencia. Catálogo de dibujos II (Siglo XVIII). 3 vols. València: Ministerio de Cultura, 1984, p. 318. IGUAL ÚBEDA, Antonio; Morote Chapa, Francisco. Diccionario de escultores valencianos del siglo XVIII. Castellón: Sociedad Castellonense de Cultura, 1933, p. 13. PÉREZ-MARTÍN, Mariángeles. “Copiar la cartilla. Casilda Bisbal, académica por la pintura”. En: CARVAJAL GONZÁLEZ, H. et al. (eds.). Perspectivas actuales, horizontes insólitos. Dinámicas y aportaciones teóricas en Historia del Arte. Logroño: Aguja de Palacio Ediciones, 2018c, p. 83-104. PÉREZ-MARTÍN, Mariángeles. Ilustres e ilustradas. Académicas de Bellas Artes ss. XVIII-XIX. València, Tirant lo Blanch, 2020. |
ARASC. Inventario general de las pinturas, flores pintadas y dibujadas, modelos y vaciados. Dibujos de todas clases y diseños de arquitectura, 1797. ARASC. Ynventario de la Real Academia de San Carlos en el año 1788. Según el Estado en que se hallaron todos sus muebles y alajas, puesto en limpio i añadido en el año 1797. ARASC. Libro de Actas de la Real Academia de San Carlos 1787-1800. “Junta ordinaria 9 de agosto de 1789”; Libro de Individuos desde su creación 1768-1847, p. 197bª. Para ampliar ver: Pérez-Martín, Mariángeles, 2018c. ARASC. Libro de actas de la Academia de San Carlos 1787-1800. “Junta ordinaria 3 de agosto 1788”. ARSAPV. Varios memorials y cartas sobre la máquina de agramar…. Caja 15, Leg. II, Sig. 1, 1785. |
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Dresde, 1751 – Madrid, 1792
Pintora de origen alemán instalada en Madrid, hija de Anton Raphael Mengs, fue académica de Bellas Artes en San Fernando, Madrid.
Autorretrato, h. 1780.
Biblioteca Nacional de España
Pintora de origen alemán instalada en Madrid. Nació en Dresde en 1751, pero se educó en Italia donde residía junto a su familia. Era la mayor de los cuatro hijos que tuvo el pintor Anton Raphael Mengs y, como sus hermanos, desde niña aprendió la pintura bajo la dirección de su padre, mientras recibía una esmerada educación. Se convirtió en miniaturista y una excelente retratista al pastel. Anna Mengs se casó en Roma en 1778 con el grabador español Manuel Salvador Carmona. Cuando el artista terminó su estancia en Italia regresó a España y se afincaron en Madrid, donde ejercía como grabador real. Con él tuvo siete hijos, sin abandonar la pintura “a pesar de los deberes maternales […] cumplió siempre con el cariño y perfección más extremados”, decía Quintero en su biografía.
Anna Mengs fue nombrada académica de mérito en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando el 29 de agosto de 1790 en una junta particular presidida por el conde de la Roca, el mismo día que la grabadora Lucía Gilabert. La Junta apreció su virtuosa aplicación y mérito en la pintura, a la vista de los retratos al pastel de su padre, Anton Raphael Mengs –en la actualidad en el Museo del Prado–, de su esposo, Manuel Carmona, y de su hija mayor; así como un dibujo a lápiz de la Madonna de la Segiola. Todas las obras habían sido expuestas en la Junta pública del 4 de agosto. El pastel que realizó de su padre se basa en un Autorretrato de Mengs que regaló el pintor a Bernardo de Iriarte, oficial mayor de la Primera Secretaría de Estado, en cuya colección lo documentó Antonio Ponz en 1776. Se trata de la imagen más popular del pintor. Sobre un fondo de color verde oscuro, aparece vestido con camisa blanca y chaleco azul oscuro, el pañuelo y la bata de color ocre con cuello de terciopelo oscuro. El rostro de expresión seria y algo melancólica, ejemplifica su grandeza moral y ese afán por cumplir una misión artística, la de recuperar la belleza ideal.
Del Autorretrato original grabó una estampa Manuel Salvador Carmona que dibujó antes de morir el pintor. Igualmente se conserva un retrato en busto de Carmona realizado por su esposa que según Quintero “está dibujado al pastel con gran maestría y soltura, recordando algo (como es natural) la manera de su padre”, el dibujo era muy correcto y demostraba gran seguridad y maestría en el retrato del natural. Algo digno de “notarse”, decía el autor, ya que generalmente las artistas solían limitarse a copiar obras maestras. Pero Anna Mengs se había educado desde niña en el estudio del yeso y del natural, e hizo numerosos retratos de personajes de la corte. Su carrera se vio truncada muy pronto, pues falleció sin cumplir los cuarenta años.Pintora de origen alemán instalada en Madrid.
Nació en Dresde en 1751, pero se educó en Italia donde residía junto a su familia. Era la mayor de los cuatro hijos que tuvo el pintor Anton Raphael Mengs y, como sus hermanos, desde niña aprendió la pintura bajo la dirección de su padre, mientras recibía una esmerada educación. Se convirtió en miniaturista y una excelente retratista al pastel. Anna Mengs se casó en Roma en 1778 con el grabador español Manuel Salvador Carmona. Cuando el artista terminó su estancia en Italia regresó a España y se afincaron en Madrid, donde ejercía como grabador real. Con él tuvo siete hijos, sin abandonar la pintura “a pesar de los deberes maternales […] cumplió siempre con el cariño y perfección más extremados”, decía Quintero en su biografía. Anna Mengs fue nombrada académica de mérito en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando el 29 de agosto de 1790 en una junta particular presidida por el conde de la Roca, el mismo día que la grabadora Lucía Gilabert. La Junta apreció su virtuosa aplicación y mérito en la pintura, a la vista de los retratos al pastel de su padre, Anton Raphael Mengs –en la actualidad en el Museo del Prado–, de su esposo, Manuel Carmona, y de su hija mayor; así como un dibujo a lápiz de la Madonna de la Segiola. Todas las obras habían sido expuestas en la Junta pública del 4 de agosto.
El pastel que realizó de su padre se basa en un Autorretrato de Mengs que regaló el pintor a Bernardo de Iriarte, oficial mayor de la Primera Secretaría de Estado, en cuya colección lo documentó Antonio Ponz en 1776. Se trata de la imagen más popular del pintor. Sobre un fondo de color verde oscuro, aparece vestido con camisa blanca y chaleco azul oscuro, el pañuelo y la bata de color ocre con cuello de terciopelo oscuro. El rostro de expresión seria y algo melancólica, ejemplifica su grandeza moral y ese afán por cumplir una misión artística, la de recuperar la belleza ideal. Del Autorretrato original grabó una estampa Manuel Salvador Carmona que dibujó antes de morir el pintor. Igualmente se conserva un retrato en busto de Carmona realizado por su esposa que según Quintero “está dibujado al pastel con gran maestría y soltura, recordando algo (como es natural) la manera de su padre”, el dibujo era muy correcto y demostraba gran seguridad y maestría en el retrato del natural. Algo digno de “notarse”, decía el autor, ya que generalmente las artistas solían limitarse a copiar obras maestras. Pero Anna Mengs se había educado desde niña en el estudio del yeso y del natural, e hizo numerosos retratos de personajes de la corte. Su carrera se vio truncada muy pronto, pues falleció sin cumplir los cuarenta años.
MAE, Mariángeles Pérez-Martín, diciembre 2022.
CARRETA PARRONDO, Juan. El grabado a buril en la España ilustrada: Manuel Salvador… Madrid: Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, 1989, p. 120. MAURER, G. “Mengs y Azara: testimonio de una amistad”, en: Mengs y Azara. El retrato de una amistad. Madrid: Museo Nacional del Prado, 2013, pp. 20-22. MUSEO DEL PRADO. Enciclopedia online. “Anna María Teresa Mengs”. www.museodelprado.es. NAVARRETE MARTÍNEZ, Esperanza. Real Academia de la Historia. Enciclopedia biográfica online. “Ana María Mengs”, en: www.dbe.rah.es. PARADA Y SANTÍN, José. Las pintoras españolas: boceto histórico-biográfico y artístico. Madrid: Imp. Asilo Huérfanos, 1903. PÉREZ-MARTÍN, Mariángeles. Ilustres e ilustradas. Académicas de Bellas Artes ss. XVIII-XIX. València, Tirant lo Blanch, 2020. QUINTERO ATAURI, Pelayo. Mujeres ilustres. Apuntes biográficos sobre las pintoras Teresa Nicolau Parodi y Ana María Mengs. Madrid: Imprenta Ibérica, 1907. SÁNCHEZ DEL PERAL Y LÓPEZ, J. R. Enciclopedia Museo Nacional del Prado, tomo V. Madrid: Museo del Prado, 2006, p. 1530. SMITH, Theresa Ann. The Emerging Female Citizen: Gender and Enlightenment in Spain. University of California Press, 2006, p. 65-66. |
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siglo XIX
Pintora nombrada en 1805 académica de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.
Estudio de la Inmaculada de Mengs, 1805. Dibujo a lápiz. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.
Pintora nombrada académica de mérito por la pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a fecha de 6 de enero de 1805. El dibujo remitido para su nombramiento, posteriormente expuesto, es una copia de Mengs, inventariado como Estudio de la Inmaculada de Mengs (P-2366) con fecha de 1805. No obstante, en Continuación del inventario que se hizo en el año de 1804 de las alhajas que posee la Real Academia de San Fernando, documento fechado en septiembre de 1814, se dice del dibujo en cuestión que “se grabó para la oposición del año de 1799”, indicando a continuación la fecha del nombramiento de su autora como académica y aportando datos adicionales sobre el marco de la obra: “Marco negro, filete dorado y cristal”.
La pintora declara Toledo como su lugar de residencia. Décadas más tarde, su nombre figura en la Guía de forasteros en Madrid para el año 1846 de Imprenta Nacional, listada entre los “Señores Académicos de Mérito” de la Real Academia de Bellas Artes.
MAE, Óscar Palomares Navarro, enero 2023.
Estudio de la Inmaculada de Mengs.1805 (1799?). Lápiz negro sobre papel avitelado agarbanzado claro, 30 x 24,3 cm. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, inventariado nº P-2366. /// En la zona inferior, figura la inscripción a lápiz “Lo dibuxó Dª Mª Jacoba Costilla y Xarava”. En el reverso, una anotación posterior indica el rótulo que se leía en el cartón del montaje: “Académica de honor y mérito en 6 de Enero de 1805”.
Exposición Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, 1805.
FRONTAURA Y VÁZQUEZ, C.; OSSORIO Y BERNARD, M., Diccionario biográfico internacional de escritores y artistas del siglo XIX, Tomo 1, Madrid, Imprenta y Librería de Miguel de Guijarro, 1890, p. 681. IBIZA I OSCA, V., Dona i art a Espanya: Diccionari d’artistes d’abans de 1936, València, Institució Alfons el Magnànim, 2006, p. 68. OSSORIO Y BERNARD, M., Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX, Madrid, Ediciones Giner, 1975 (ed. orig. 1868-1869), p. 172. PÉREZ MARTÍN, M., Ilustres e ilustradas. Académicas de Bellas Artes (ss. XVIII-XIX), Valencia, Tirant lo Blanch, 2020, pp. 360, 362, 623, 642-643, 690. REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO, “Estudio de la Inmaculada de Mengs”. En: https://www.academiacolecciones.com/dibujos/inventario.php?id=P-2366 (Consulta: 07-01-2023). |
DURÁN, F., Continuación del inventario que se hizo en el año de 1804 de las alhajas que posee la Real Academia de San Fernando, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1 de septiembre de 1814, signatura 2-57-3, fol. 3r. Transcripción consultada en: https://www.realacademiabellasartessanfernando.com/assets/docs/catalogos_historicos/1814_transcripcion.pdf (Consulta: 07-01-2023). IMPRENTA NACIONAL, Guía de forasteros en Madrid para el año 1846, Madrid, Imprenta Nacional, 1846, p. 279. REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO, Distribución de los premios concedidos por el Rey Nuestro Señor a los discípulos de las tres nobles artes hecha por la Real Academia de San Fernando en la Junta Pública de 24 de setiembre de 1808, Madrid, Ibarra (Impresor de Cámara de S. M.), 1832, p. 234. |
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siglo XIX
Pintora nombrada en 1821 académica de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.
Santa Inés, 1829. Acuarela sobre soporte celulósico. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.
Pintora, hermana de la también pintora María Concepción Fernández de Navarrete e hija de Martín Fernández de Navarrete, noble, marino e intelectual ilustrado miembro de la Real Academia de la Historia, también pintor aficionado y secretario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, nombrado como tal en 1814.
Oriunda de Ábalos, municipio de La Rioja, su nombre figura en la Guía de forasteros en Madrid para el año 1846 de Imprenta Nacional, listada entre los “Señores Académicos de Mérito” de la Real Academia de Bellas Artes.
Junto a su hermana, fue nombrada académica de honor y de mérito por la pintura a fecha de 16 de septiembre de 1821, presentando en la solicitud para su nombramiento una copia a la aguada de Santa Inés. Dicha obra fue copiada en 1829, según consta en el reverso de la miniatura conservada en acuarela sobre soporte celulósico, y expuesta en 1940 por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
MAE, Óscar Palomares Navarro, enero 2023.
Santa Inés. 1821. Aguada. Paradero desconocido.
Santa Inés (miniatura). 1829. Acuarela sobre soporte celulósico, 25 x 21 cm. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, inventariado nº 0503. /// Detrás figura la inscripción “Copiada por Micaela Frnaz. De Navarrete en 1829”.
Exposición Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, 1840.
OSSORIO Y BERNARD, M., Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX, Madrid, Ediciones Giner, 1975 (ed. orig. 1868-1869), p. 232. PÉREZ MARTÍN, M., Ilustres e ilustradas. Académicas de Bellas Artes (ss. XVIII-XIX), Valencia, Tirant lo Blanch, 2020, pp. 361,363. REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO, “Santa Inés (miniatura)”. En: https://www.academiacolecciones.com/pinturas/inventario.php?id=0503 (Consulta: 08-01-2023). TORMO, E., La visita a las colecciones artísticas de la Real Academia de San Fernando, Madrid, Hauser y Menet, 1929, p. 94. |
IMPRENTA NACIONAL, Guía de forasteros en Madrid para el año 1846, Madrid, Imprenta Nacional, 1846, p. 280. REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO, Distribución de los premios concedidos por el Rey Nuestro Señor a los discípulos de las tres nobles artes hecha por la Real Academia de San Fernando en la Junta Pública de 24 de setiembre de 1808, Madrid, Ibarra (Impresor de Cámara de S. M.), 1832, p. 236. |
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siglo XIX
Pintora nombrada en 1821 académica de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.
Pintora, hermana de la también pintora Micaela Fernández de Navarrete e hija de Martín Fernández de Navarrete, noble, marino e intelectual ilustrado miembro de la Real Academia de la Historia, también pintor aficionado y secretario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, nombrado como tal en 1814.
Junto a su hermana, fue nombrada académica de honor y de mérito por la pintura a fecha de 16 de septiembre de 1821, presentando en la solicitud para su nombramiento un dibujo de Venus cortando las alas a Cupido, según figura en el Catálogo de las pinturas y estatuas que se conservan en la Real Academia de San Fernando, tratándose presumiblemente de una copia.
MAE, Óscar Palomares Navarro, enero 2023.
Venus cortando las alas a Cupido. 1821. Dibujo. Paradero desconocido.
OSSORIO Y BERNARD, M., Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX, Madrid, Ediciones Giner, 1975 (ed. orig. 1868-1869), p. 232. PÉREZ MARTÍN, M., Ilustres e ilustradas. Académicas de Bellas Artes (ss. XVIII-XIX), Valencia, Tirant lo Blanch, 2020, p. 361. |
REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO, Catálogo de las pinturas y estatuas que se conservan en la Real Academia de San Fernando, Madrid, Ibarra (Impresor de Cámara de S. M.), 1829, p. 54. REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO, Distribución de los premios concedidos por el Rey Nuestro Señor a los discípulos de las tres nobles artes hecha por la Real Academia de San Fernando en la Junta Pública de 24 de setiembre de 1808, Madrid, Ibarra (Impresor de Cámara de S. M.), 1832, p. 237. |
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