El Propagador de la Fotografía. Revista Quincenal de los progresos de este Arte fue la primera revista española dedicada a la fotografía. Se editó en Madrid, bajo la dirección de Gabriel Feliu, y se publicaron veintiún números entre el 15 de octubre de 1863 y el 15 de agosto de 1864, con periodicidad quincenal. Merece la pena señalar que, apenas un mes después de la salida del primer número, se publicó en Cádiz otra revista de características similares, El Eco de la Fotografía, que compartía con la madrileña el mismo planteamiento y el objetivo principal de difundir los progresos de este nuevo arte en España. La diferencia entre ambas es que, mientras que la primera respondía a una iniciativa individual, la revista gaditana era fruto de un proyecto colectivo, de hecho, funcionaba como boletín oficial de la  Sociedad Fotográfica de Cádiz.

El Propagador de la Fotografía constaba de doce páginas, en las que se recogían los métodos y las sucesivas innovaciones técnicas que se iban dando a conocer en los boletines de las principales asociaciones fotográficas de países como Francia, Gran Bretaña, Bélgica o Alemania, con una finalidad didáctica. Su contenido, en ocasiones ilustrado con grabados, consistía fundamentalmente en traducciones de artículos y noticias aparecidas en revistas extranjeras, además de anuncios de máquinas y productos fotográficos.

La publicación se organizaba en una serie de secciones más o menos fijas, denominadas “Revista quincenal”, “Bibliografía”, “Revista de procedimientos nuevos”, “Sociedades Fotográficas”, “Variedades” y “Noticias útiles”, junto a las que se incorporaban artículos independientes que completaban cada uno de los números. Entre los asuntos tratados con mayor extensión y frecuencia tanto en El Propagador como en El Eco de la Fotografía, entre los que predominaron los de carácter técnico, Rafael Garófano destaca cinco, que son: “superar la emulsión húmeda, conseguir una emulsión de más rápida impresión, ampliar el tamaño de las copias, conseguir imágenes fotográficas con los colores de la naturaleza e imprimir directamente las fotografías en los libros y las revistas”. Además, también se publicaron textos y reflexiones en torno a la relación entre la fotografía y el arte, así como colaboraciones puntuales de autores españoles, tanto profesionales como aficionados, que informaban de sus experimentaciones, hallazgos e innovaciones técnicas, aunque el editor no obtuvo tanta participación como esperaba.

De hecho, Gabriel Feliu lamentó en numerosas ocasiones el desinterés y el escaso apoyo mostrado por los fotógrafos españoles, y especialmente entre los madrileños —ya que en aquellos años la actividad fotográfica estaba experimentando una gran expansión en la capital—, a las distintas iniciativas alentadas por la revista. Dichas iniciativas, que tenían como objetivo dinamizar social y culturalmente la fotografía española, fomentando el intercambio y el asociacionismo que ya se desarrollaba con éxito en diversas capitales europeas, se sintetizaban/compendiaban en dos proyectos, relacionados entre sí, que eran: la creación de una Sociedad Fotográfica en Madrid y la organización de la primera Exposición Española de Fotografía. Finalmente, en agosto de 1864 El Propagador de la Fotografía cesó su actividad, y, aunque estaba previsto que la mencionada exposición se celebrara en octubre, no se tiene constancia de que se llegase a realizar.

En cuanto a la presencia femenina entre las páginas de estas primeras publicaciones fotográficas editadas en España, lo que encontramos son frencuentes referencias a las mujeres como sujetos retratados, como se aprecia ya, por ejemplo, en el número inicial de El Propagador de la Fotografía, donde además se las caricaturiza como clientas difíciles de complacer al afirmar que “los fotógrafos de profesión saben cuán difícil es contentar al público, sobre todo a las señoras”. En otras ocasiones, localizamos también mujeres que protagonizan acontecimientos en los que la imagen fotográfica aparece vinculada a diversas aplicaciones para la policía sanitaria, a historias de asesinatos y hasta de sucesos paranormales. Aunque en ninguno de estos casos lo hacen como operadoras activas de la fotografía.

Sin embargo, también en El Propagador de la Fotografía, aunque unos números más tarde, aparecen ya las primeras alusiones a fotógrafas extranjeras que formaban parte de distintas sociedades fotográficas y que participaron en exposiciones internacionales. Autoras como Madama Braquehais, de cuyas manos salieron pruebas pintadas de gran mérito (nº 10 10); la señorita Wilkinson, quien “se había aficionado mucho al procedimiento de Daguerre, desde que en 1839 lo había conocido”; Mad. Laffon, que participó en la Exposición francesa con “muestras de fotografías en seda para transparentes, inventadas por ella”; o Lady Vawarden [sic], cuyos trabajos llamaron poderosamente la atención en la Exposición de fotografía celebrada en Londres. En cualquier caso, entre las páginas de la revista El Propagador de la Fotografía no localizamos ninguna referencia a una autora española.

MAE, Blanca Torralba Gállego, enero 2024, DOI: 10.26754/mae1803_1945