Bonheur, Rosa
Burdeos, 1822 – Thomery, 1899
Enmarcada en el Realismo pictórico, Rosa Bonheur fue una de las pintoras más famosas del siglo XIX. Dedicó gran parte de su vida a pintar de manera fiel y realista el entorno rural, tema del que se especializó.
El Cid, 1879. Óleo sobre lienzo. Museo Nacional del Prado, Madrid
Bonheur, Rosa
Enmarcada en el Realismo pictórico, Rosa Bonheur fue una de las pintoras más famosas del siglo XIX. Nació en la ciudad francesa de Burdeos el 18 de marzo de 1822 y dedicó gran parte de su vida a pintar de manera fiel y realista el entorno rural, tema del que se especializó. Sus inquietudes artísticas procedían del contexto familiar, pues su padre, Raymond Bonheur, era pintor, y tanto él como Léon Cogniet se involucraron en su formación artística. Sus obras formaron parte del circuito expositivo de los salones parisinos y obtuvo reconocimiento en forma de medalla en distintas ediciones, como la tercera medalla en 1845 y la primera medalla tres años más tarde, en 1848.
Bonheur se especializó en el género animalière y se hizo un hueco importante entre sus colegas gracias a la pintura de animales. Caballos, vacas, ciervos y un largo etcétera conforman la mayoría de su producción artística. Mientras artistas como Gustave Courbet o Jean-François Millet colocaron la atención en los estratos sociales más humildes, entre ellos el campesinado, Bonheur dignificó la figura del animal con un gran detallismo en sus obras. La pintora francesa acudía asiduamente a ferias y mataderos, solicitando previamente un permiso nacional de travestismo que le permitiera ponerse los pantalones, una prenda exclusiva para los varones. De esta manera lograba pasar desapercibida en un contexto protagonizado por los hombres y de manera directa tomaba los apuntes pertinentes para, posteriormente, trasladarlos al óleo. Dicha práctica no debe confundirse con su orientación sexual lésbica, ya que sus intenciones fueron meramente artísticas. No obstante, convivió durante cuatro años con Nathalie Micas y, tras su fallecimiento, compartió sus últimos años de vida con la artista estadounidense Anna Klumpke.
A pesar de sus dotes como ilustradora y escultora, Rosa Bonheur destacó por sus pinturas, alcanzando una fama y prestigio que le permitieron acumular una pequeña fortuna y asentarse en una localidad campestre cercana a la capital francesa. Allí, en el Château de By, rodeada de animales, elaboró centenares de obras que le proporcionaron éxito y popularidad, llegando a formar parte de las colecciones privadas de personalidades de la aristocracia inglesa, como es el caso de la reina Victoria de Inglaterra, quien encomendó numerosos encargos a la artista y de quien se convirtió en su protegida.
Uno de los animales que Bonheur inmortalizó fue el felino. Fue a raíz de la guerra franco-prusiana cuando se centró en los leones, como demuestra la pintura que alberga el Museo Nacional del Prado titulada El Cid, datado en 1879. La institución cuenta con este óleo a raíz de una donación por parte del marchante Ernest Gambart, cónsul de España en Niza, y estuvo en los depósitos durante décadas. El felino fue un animal muy recurrente entre los románticos, quienes vieron en él los impulsos propios de la naturaleza, lo irracional y lo instintivo. En el león, Bonheur quiso reconocer la poderosa nobleza que posee el rey del mundo animal. El texto de Charles Darwin, La expresión de las emociones en el hombre y en los animales, publicado en 1872, precede a esta pintura y pudo motivar, en cierta manera, a la realización de la pintura, como apuntan autores como Carlos Reyero. La pintura retrata un león africano y fue exhibido en la exposición La mirada del otro: escenarios para la diferencia, comisariada por Carlos G. Navarro y Álvaro Perdices en el prestigioso museo madrileño. La anécdota que envuelve la historia reciente del cuadro se encuentra en las redes sociales, ya que, una vez retirado de la exposición temporal, la presión social ejerció un rol trascendental mediante el hastag #unarosaparaelprado, reclamando mediante la plataforma Twitter su exposición permanente y que se vio logrado.
Rosa Bonheur obtuvo distinciones honoríficas como la gran cruz de la Legión de Honor francesa y fue comendadora de la orden de Isabel la Católica y de Leopoldo de Bélgica. En su obra puede apreciarse una evolución que parte de un cierto academicismo inicial hacia un lenguaje plástico de carácter impresionista en sus lienzos finales. El 25 de mayo de 1899 falleció en Thomery, dejando un legado de obras que pueden verse en museos de talla mundial como el Musée d’Orsay, en París, y logrando ser la artista del siglo XIX que obtuvo mayor reconocimiento académico y una buena opinión por parte de la crítica decimonónica.
MAE, Javier Martínez Fernández, mayo 2021
https://www.museodelprado.es/coleccion/artista/bonheur-rosa/13bfc4ed-9db0-42cb-acff-28a216bc53f8 https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/el-cid/19984271-9cb6-476d-8655-f012e1fec1bf NAVARRO, Carlos y PERDICES, Álvaro (ed.). La mirada del otro: escenarios para la diferencia. Madrid, Museo Nacional del Prado, 2017. NAVARRO, Carlos. Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931). Madrid, Museo Nacional del Prado, 2020. JANSON, Horst W y ROSENBLUM, Robert. El arte del siglo XIX. Madrid, Akal, 1992. MAYAYO, Patricia. Historias de mujeres, historias del arte (4ª ed.). Madrid, Ediciones Cátedra, 2011. |