Caro y Sureda, María

Palma de Mallorca, 1763 – Palma de Mallorca, 1817

 

Pintora, hija del marqués de la Romana, fue nombrada en 1779 académica de Bellas Artes de San Carlos, Valencia.

Caro y Sureda, María

 

El 18 de septiembre de 1779, María Caro Sureda dirigía una carta a la Academia de San Carlos en la que agradecía las demostraciones de afecto que la institución había dado a su difunto padre el Marqués de la Romana. Aprovechaba su escrito para poner de relieve el interés compartido con su padre por el mundo del arte, y afirmaba: «no será de extrañar que, a imitación suya, diera una prueba del aprecio heredado hacia esa respetable y distinguida corporación». La joven se mostraba encantada de la acogida que la Academia dispensaba no solo a los discípulos, sino también a los aficionados «al noble ejercicio de la pintura», por eso, ofrecía una Cabeza de la Virgen pintada al pastel como prueba de su aplicación a la pintura, añadiendo una frase habitual en la época que da muestra de las limitaciones sociales a las que estaban sometidas las mujeres artistas: «con el rubor que acompaña a mi Sexo».

La pintora afirmaba no haber tenido en su «ejecución otro objeto que el de una noble ocupación, y honesto entretenimiento»; y aunque la «consideración de las muchas y excelentes obras que adornan las salas de esa Real Casa» podría hacerle suspender el ofrecimiento de obra tan inferior, consideraba un estímulo que la Junta premiara tanto el mérito (al que ella no podía aspirar), como reconocía la disposición de los miembros de la Junta «a corregir los yerros de quien desea acertar». El ampuloso lenguaje y la falsa modestia que traslucen estas líneas evidencian las convenciones a las que una mujer ilustrada estaba obligada en aquella época. La mujer culta no podía mostrarse satisfecha de su saber sino que, según recomendaban los textos pedagógicos ilustrados, debía ocultarlo bajo el velo de la modestia. Su instrucción debía limitarse a adquirir los conocimientos necesarios para desempeñar un buen papel en la vida social sin buscar la notoriedad, «podía ser instruida hasta cierto punto, pero no se le toleraría el orgullo de ser y mostrarse como sabia».

El cuadro de María Caro fue presentado a los miembros de la Junta Ordinaria el 18 de diciembre de 1779, el mismo día que los académicos juzgaban las obras de los concurrentes a los premios de la estación. Una vez adjudicados los premios se examinó la imagen enviada por María Caro, junto a la realizada por su prima Manuela Mercader Caro, y ambas fueron nombradas «por aclamación» académicas de Mérito y Directoras Honorarias en la clase de Pintura. Los académicos daban orden de expedir los títulos, cuya delineación era encargada al académico Arturo Colechá (al que se le abonaron 100 reales de vellón por la ejecución de los dos diplomas). La obra de María Caro ―que ya no conserva la colección académica ― fue inventariada como «una Imagen de Nuestra Señora pintada a pastel de dos palmos y medio de ancho con marco de talla dorado y su cristal». El cuadro colgó en la Sala de Juntas junto al retrato de su padre, Pedro Caro (óleo de Luis Planes), al lado de una Planta del Castillo de San Felipe, el dibujo por el que el marqués había obtenido también un título académico.

Los títulos otorgados a los Caro Sureda demuestran cómo no solo las familias aristócratas locales se implicaron en aquellos inicios académicos, esa nueva nobleza de origen militar borbónico consolidaba su posición social al integrarse en los círculos culturales de las ciudades a las que eran destinados. Ejemplo de participación foránea en la academia valenciana es la familia Caro, marqueses de la Romana; de origen balear, tuvieron un papel destacado en la Academia de San Carlos. Tanto el segundo como el tercer marqués dibujaron planos militares y cartas náuticas, y entre los dos formaron una de las bibliotecas más importantes de aquella época. Muchos de los varones de la familia, entre ellos el segundo, tercer y cuarto marqués, mostraron una gran sensibilidad artística y fueron nombrados académicos de Honor en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, incluso el tercer marqués obtuvo el mismo título en la de San Fernando. Participaron en juntas académicas y estuvieron presentes en las entregas de premios. Un interés que compartió una mujer de la familia, María Caro Sureda, quien gozó de una novedosa visibilidad pública en el marco de la Ilustración valenciana, siempre bajo la obligada discreción que acompañaba su sexo.

MAE, Mariángeles Pérez-Martín, 2023.

Cabeza de la Virgen, ca. 1779. Pastel. Paradero desconocido.

 

PÉREZ-MARTÍN, Mariángeles, Ilustres e ilustradas. Académicas de Bellas Artes  (ss. XVIII-XIX), Valencia, Tirant lo Blanch, 2020.

PÉREZ-MARTÍN, Mariángeles, “In memoriam de los Caro Sureda, académicos ilustrados”, en ALBERO MUÑOZ, M. del Mar; PÉREZ SÁNCHEZ, M. (eds.), «Yngenio et arte»: elogio, fama y fortuna de la memoria del artista, Murcia, Universidad de Murcia-Fundación Universitaria Española, 2018, pp. 552-567.

PÉREZ-MARTÍN, Mariángeles, “«Con el rubor que acompaña a mi sexo…», académicas por la pintura en la Valencia ilustrada”, en ALONSO RUIZ, Begoña et al. (eds.), La formación artística: creadores-historiadores-espectadores (Actas del XXI Congreso Nacional de Historia del Arte CEHA), 2 vols, Santander, Universidad de Cantabria, 2018, tomo I, p. 397-408.

 

 

ARASC. Legajo 66/10/49.

ARASC. Libro de Actas de la Academia de San Carlos 1768-1786. Junta ordinaria, 18-XII-1779.

ARASC. Inventario general de las pinturas, flores pintadas y dibujadas, modelos y vaciados. Dibujos de todas clases y diseños de arquitectura, 1797.

 

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