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Barcelona, ?
Artista natural de Barcelona, alumna de la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Activa en el segundo tercio del siglo XX.
Santa cultura, mártir del fascismo, 1937, Museu Nacional d’Art de Catalunya.
Son muy escasas las noticias que tenemos sobre esta artista. Nació en Barcelona, según consta en el catálogo de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1950. En esa muestra participó en la sección de grabado con una obra titulada Brunequilda, realizada con la técnica de diamante sobre mármol.
Sabemos que no fue esa su primera actuación artística, pues algunos años antes, en 1938, formó parte de la I Exposición Trimestral de Artes Plásticas convocada por la Dirección de Bellas Artes del gobierno republicano en plena guerra. En esa ocasión, Àngela Nebot pintó un cuadro al óleo con el título Santa cultura, mártir del fascismo, firmado y datado en 1937. Se trata de una escena ubicada en el interior de una escuela en donde una figura femenina, la maestra de la clase, ha sido violentamente atacada hasta acabar con su vida y ha quedado colgada por los brazos del techo, con todo destrozado a su alrededor. En la pizarra se puede leer “El fascismo, la tortura y la guerra”, mientras que en ángulo inferior derecho la pintora ha dejado constancia de su pertenencia a la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia. Esa misma referencia aparece en el citado catálogo de la exposición de 1950, donde se indica que está domiciliada en Valencia.
La pintura se inserta en la tendencia predominante de la plástica en los años de la guerra: una figuración realista que, como en este caso, plasma los acontecimientos que son consecuencia del conflicto, consiguiendo transmitir la congoja propia de una situación violenta como la que se representa. Aunque no sobresale especialmente por su maestría técnica, la obra constituye un firme alegato en defensa de la República y una condena directa al fascismo.
MAE, Inés Escudero, abril 2021.
I Exposición Trimestral de Artes Plásticas, Barcelona. 1938. Art contra la guerra. Entorn del pavelló espanyol a l’Exposició Internacional de París de 1937, Barcelona, Palau de la Virreina. 1986. |
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Art contra la guerra. Entorn del pavelló espanyol a l’Exposició Internacional de París de 1937, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1986. IBIZA I OSCA, V., Dona i Art a Espanya: Artistes d’abans de 1936. Obra exposada-obra desapareguda, tesis doctoral, Universitat de Valéncia, 2004. RIUS, N., La dona: «subjecte» i «objecte» de l’obra d’art, 1998, http://www.xtec.cat/sgfp/llicencies/199798/resums/nrius.htm (consultado el 03-04-2021). |
Catálogo de la Exposición Trimestral de Artes Plásticas. Concurso nacional de pintura, escultura, grabado y dibujo, Barcelona, 1938. |
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Barcelona, 1892 – Tiana, Barcelona, 1984
Ilustradora, escritora, pintora y polifacética creadora, Lola Anglada debe ser considerada la pionera de la ilustración de autoría femenina en España. Especialmente relevantes son sus trabajos vinculados con el ámbito infantil. Mujer de fuerte personalidad y pensamiento catalanista, optó vivir para el arte de forma autónoma, al margen de imposiciones sociales.
Lola Anglada nació en Barcelona, perteneciente a una familia acomodada, y recibió una educación tradicional y femenina. Su salud enfermiza le mantuvo largas temporadas en la casa de veraneo familiar, en Tiana, en la región del Maresme, donde se embriagó de la belleza natural del paisaje mediterráneo. Con tan solo tres años se dedicaba a dibujar todo a su alrededor, una afición que en su entorno familiar era considerada simplemente eso: un pasatiempo o habilidad favorecedor en una mujer de buena sociedad.
Pero la aptitud de Lola y su obstinación por adquirir conocimientos artísticos hicieron que le permitieran matricularse en la Escuela de la Lonja. Ingresó después en la Escuela de Arte de Francesc Galí, aunque este renunció a enseñarle por no querer privar a la joven de su espontaneidad, y Lola Anglada pasó a formarse en el taller de Antonio Utrillo primero, y en el de Joan Llaverias después.
Sería precisamente Llaverias quien intermediara para que Lola publicara sus primera ilustraciones en prensa en 1910, en la revista Cu-Cut!. Desde entonces sus trabajos, a menudo vinculados con el mundo de la infancia ‒no en vano ella misma afirmaba que su infancia inspiraba su obra‒, fueron apareciendo en diversas cabeceras: La Dona Catalana, Feminal, D’Ací i D’Allà, En Patufet… hasta ser ella misma la propietaria y creadora de una revista destinada al público femenino: La Nuri, proyecto que emprendió en 1925 y que alumbró diecisiete números.
Para entonces Lola Anglada ya se había ganado su reputación como ilustradora de cuentos infantiles. Sus primeros trabajos aparecieron en la editorial Muntañola, y realizó algunas adaptaciones de cuentos populares entre 1917 y 1919. Ya en la década de los años 20 ilustró algunos clásicos como Alicia en el país de las maravillas (1927), del que se han lanzado numerosas reediciones. De esos años datan sus primeros cuentos de producción propia en los que ella firma letra e imagen, tal es el caso de En Peret o Margarida, entre otros, ambos de 1929.
Su inquietud y su interés hacia el ámbito del libro y la creación le llevaron a París en 1921 donde, acompañada al principio por su madre, logró permanecer una temporada, motivada por alimentar su inteligencia artística y decidida a presentar sus dibujos en editoriales parisinas. En París, además de lograr su propósito de trabajar para algunas editoriales, Lola entró en contacto con artistas como José Clarà y Julio González. Frecuentaba además la compañía de un grupo de creadores que se mantuvieron aferrados a la figuración y que incluso rechazaban el movimiento moderno. En el terreno plástico, la propia Lola Anglada era partidaria de una estética tradicional fuertemente emparentada con los postulados del Noucentisme catalán, no solo en su aspecto formal sino también en lo conceptual. De hecho, en su estancia parisina coincidió con Francesc Macià y puede decirse que su catalanismo se activó (Moreno y Lara, 2004, 159).
La militancia catalanista de Lola le llevó a ingresar en 1932 en la directiva de Unió Catalanista como secretaria de Acción Cultural y Social. Durante los años de la II República el movimiento nacionalista catalán vivió momentos de fervor, la propia Lola describe en sus memorias el ambiente alegre y optimista que se vivía en Cataluña después de haberse proclamado la República (Anglada, 2015, 243). En esos años, sus creaciones ilustraron la publicación independentista Nosaltres Sols!
Durante la guerra, Lola Anglada continuó su trabajo colaborando en prensa. Sus dibujos aparecieron en dos semanarios infantiles, Mirbal y Estel. Célebre es su libro El mes petit de tots, publicación en tres idiomas que editó el Comissariat de Propaganda de la Generalitat, dirigido por Jaume Miravitlles, con el objetivo de ganarse las simpatías internacionales para la República. La artista recreó con su inconfundible estilo amable al pequeño miliciano ideado por el escultor Miquel Paredes, y lo convirtió en un héroe que encarnaba el ideal de libertad y propugnaba la paz.
Los años que siguieron a la contienda fueron un periodo difícil para Anglada. Por su vinculación con la República y el catalanismo fue tachada de “rojo-separatista” y tuvo grandes dificultades para trabajar. Debió mantenerse recluida en Barcelona hasta que se retiró definitivamente a la casa familiar de Tiana, donde vivió una suerte de exilio interior, en compañía de sus hermanas. Ella proyecta en sus memorias un amargo sentimiento de cautividad que paliaba a través de la creación: pinturas al óleo y al temple, dibujos, cerámicas…
Por fin a mediados de los años 40 colabora con Francesc Curet ilustrando varios de sus libros, todos ambientados en el pasado. Lola Anglada se refugia en la idea de tiempos pretéritos y más amables, al tiempo que sufre y lamenta la represión de su amada Cataluña. En los años que siguieron, siempre desde su aislamiento en Tiana, organizaba tertulias en su casa y retomó la creación de sus propios cuentos, Martinet apareció en 1962.
En los últimos años de su vida, que decidió vivir en soltería, siguió trabajando, dibujando, escribiendo sus memorias y viviendo de la manera en que ella misma quiso, como una mujer autónoma, entregada a su arte. Afortunadamente, a Lola Anglada ya le ha llegado su merecido reconocimiento como la gran ilustradora que fue, aunque todavía hoy su trabajo como pintora es poco conocido.
MAE, Inés Escudero, abril 2021.
Lola Anglada Sarriera, Barcelona, Faianç Català. 1916. Lola Anglada, Barcelona, Salón de La Publicitat. 1917. Lola Anglada-Sarriera, Barcelona, Galeries Dalmau. 1925. Lola Anglada i Sarriera, Barcelona, Galeries Maragall. 1930. Trenta dibuixos de Lola Anglada i Sarriera, Barcelona, Sala Renart. 1936. La Barcelona dels nostres avis, Barcelona. 1948. Lola Anglada, Barcelona, Sala Rovira. 1964. Lola Anglada, Barcelona, Sala de El Tinell. 1973. Exposición de dibujos de guerra de Lola Anglada, Barcelona, Sala d’Art Provincial Santiago Rusiñol. 1977. Exposició homenatge de Catalunya a Lola Anglada, exposición itinerante por varias sedes de Cataluña. 1978-1980. La Guerra Civil vista por Lola Anglada, Barcelona, Ateneu Barcelonès. 1986. Lola Anglada i l’ideal del llibre, Barcelona, Diputació de Barcelona. 2005. Presentes. Autoras de Tebeo de ayer y hoy, Roma, Academia de España. 2016-2017. Tiana (mencionado memorias p. 20), 2010. |
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ANGLADA, L., Memòries 1892-1984, edición de Rius Vernet, N. y Sanz Coll, T., Barcelona, Diputació de Barcelona, 2015. CADENA, J. M., La Guerra Civil vista per Lola Anglada, Barcelona, Diputació de Barcelona, 1986. CASTILLO, M., Lola Anglada o la creació del paradis propi, Barcelona, Meteora, 2000. LOMBA SERRANO, Concha, Bajo el Eclipse. Pintoras en España, 1880-1939, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, colección Biblioteca de Historia del Arte, 2019. MORENO SANTABÁRBARA, F. y LARA GARCÍA, A., Veinte ilustradores españoles (1898-1936), Madrid, MCU, 2004. |
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Portbou, Girona, 1911 – Madrid, 2013
Pintora precoz de desbordante talento, Ángeles Santos es autora de algunas de las obras fundamentales de la plástica contemporánea española. Partícipe, sin saberlo, del movimiento de los nuevos realismos y la Nueva Objetividad, Santos creó de forma prodigiosa una enorme producción que la encumbra como una de las artistas más atractivas e interesantes de nuestro siglo XX.
Autorretrato, 1928, MNCARS
La vida y la obra de Ángeles Santos están marcadas por la genialidad de un talento inconmensurable y las dificultades para canalizarlo. Su trayectoria vital y artística dibuja un perfil de altibajos, y recorre caminos de encuentros y desencuentros con su propia personalidad y su arte, que solo en la madurez plena llegó a estabilizarse.
Ángeles Santos nació en Portbou, Girona, siendo la primera de los ocho hijos que tuvieron el salmantino Julián Santos Estévez y Aurèlia Torroella Rodeja, natural de Portbou. La ocupación de su padre como inspector de aduanas les obligaba a trasladarse a menudo, por lo que la infancia de la pintora se desarrolló en diversos lugares hasta llegar a Valladolid ya en la adolescencia, con quince años.
En la ciudad castellana será donde Ángeles Santos pueda dar rienda suelta a su creatividad y su talento, ya advertido por una de sus profesoras. Su padre contrató entonces los servicios del artista italiano Cellino Perotti, ocupado en la restauración de obras en la ciudad del Pisuerga.
Ángeles Santos pinta sus primeros cuadros en el verano de 1928. Un paisaje y varios retratos que anuncian un vínculo con la nueva figuración realista que se estaba produciendo en Europa por aquel entonces, aunque mostrando tipos de acento español, como El tío Simón. Trabaja con formatos grandes y concibe obras de una brutal honestidad sin guiarse por nada más que por su instinto.
De regreso en Valladolid participa en una muestra de la Academia de Bellas Artes con sus recientes creaciones y obtiene un diploma de tercera clase. Francisco Cossío convencerá a la familia para permitir que la precoz pintora abandone los estudios y se dedique por entero al arte. Su padre se convirtió en su acompañante de viajes y visitas a museos como El Prado, donde admiraban al Greco, el Bosco y a Goya, y en las tertulias adultas donde ella tomaba contacto con revistas como Cahiers d’Art y libros como el de Franz Roh sobre los nuevos realismos.
Pinta su primer Autorretrato en 1928, emparentado con la tendencia europea de la Nueva Objetividad, donde se muestra con una mirada penetrante, anuncio de la grave introspección que volcará en su obra en los siguientes meses. Comienza para la pintora una época de trepidante creatividad que, casi de forma obsesiva, le lleva a trabajar sin descanso produciendo una gran cantidad de obras en las que se evidencia su gigantesca evolución artística hasta el punto de que Francisco Cossío, a raíz de la primera individual de la artista en el Ateneo vallisoletano en la primavera de 1929, se pregunta si la autora, con tan solo diecisiete años, ya ha recorrido todo el camino (Casamartina, 2003, 30).
En sus obras de esa época asoma una inquietante oscuridad. Emanan desolación, ensimismamiento… son escenas de un cromatismo atenuado, incluso sucio, ubicadas en ambientes siniestros, imágenes de una extrañeza que habla del interior atormentado de su autora y que se insertan en los parámetros de un surrealismo simbolista y de un expresionismo auténtico, de creación propia.
Santos pinta entonces la que será su obra más famosa y toda una revelación en el panorama plástico de finales de los años 20: Un mundo. La obra se presentó en el madrileño IX Salón de Otoño y el impacto fue tremendo. El descomunal lienzo se insertaba, sin saberlo su autora, en la tendencia del surrealismo, mostrando un fuerte componente onírico y místico basado en la experiencia de la propia pintora, que había plasmado en su peculiar mundo cúbico los lugares de su vida: su amado Portbou natal como lugar de recreo estival, su presente en Valladolid y su interminable periplo por la geografía nacional, al tiempo que la poesía de Juan Ramón Jiménez alentaba algunos elementos que luego ella transformaba.
Esta “pintora de imaginación”, como la calificó Juan de la Encina equiparándola a Goya (Casamartina, 2003, 45), recibió la atención de lo más granado del arte contemporáneo. Así comenzó su amistad epistolar con Ramón Gómez de la Serna y continuó su reconocimiento con la celebración de otras exposiciones como la individual del Lyceum Club Femenino en 1929 y la propuesta de la dedicación en exclusiva de una sala especial en la siguiente edición del Salón de Otoño.
Tras el éxito madrileño, Ángeles Santos se aferra con más fuerza a la actividad de pintar. El contacto con el mundo artístico a tan corta edad y su enorme potencial creativo la han hecho madurar súbitamente y ya no encuentra más que angustia por no poder satisfacer sus impulsos creadores e intelectuales. Entra entonces en conflicto con su propia familia y se aísla de todo y de todos, un choque que se refleja en obras como Cena familiar, de 1930. La obsesión enfermiza por la pintura y el malestar que padecía la llevaron a sumergirse una noche en el río, lo que causó gran alarma en su familia que decidió ingresarla en un sanatorio en Madrid.
Desde ese momento la artista deja de pintar por un tiempo y se dedica a recuperarse. Pero las obras que había pintado en los meses anteriores seguían cosechando éxitos y formando parte de muestras internacionales. “No hay un solo cuadro banal en todo cuanto expone Ángeles Santos” escribía Manuel Abril a raíz de la treintena de piezas que acogió su sala individual del X Salón de Otoño (Prado, 2003, 57), en la que la artista fue la gran ausente.
Tras residir en San Sebastián, la familia Santos Torroella se instala en Cataluña. Allí Ángeles Santos conoce al pintor Emilio Grau Sala, artista alegre, de modernidad moderada. Entusiasmada por el colorido y la bondad de la obra de Grau Sala, decide romper con su triste obra del pasado y la repudia, llegando a tapar algunas de sus creaciones más inquietantes y a quemar las cartas intercambiadas con Gómez de la Serna en las que vertía su tormento. Y vuelve a pintar, decantándose por una pintura amable e intimista.
Los artistas contraen matrimonio en 1936, y al estallar la Guerra Civil se refugian al sur de Francia. Pero sus caminos se separan muchos años: él marcha a París y ella regresa al hogar familiar, esta vez en Canfranc, donde nace su hijo Julián.
En los años de posguerra su actividad artística es discreta, ya siempre alejada de las enigmáticas creaciones de los años 20. Realiza algunas exposiciones en galerías de Barcelona y Madrid que tienen una acogida templada. De nuevo en Barcelona, y quizás desmotivada por la escasa repercusión que sus obras generaban entonces, volvió a dejar de pintar. Será a comienzos de los años 60 cuando, una vez más, el encuentro con Emilio Grau Sala, entonces reencuentro, hará que Ángeles Santos recobre las ganas de crear. Su hijo, además, ha estudiado pintura, y también le alentará.
Durante esa década algunas de las obras de la etapa vallisoletana de Santos volvieron a exhibirse, y lo hicieron en Barcelona, donde se produjo su redescubrimiento y su merecido reconocimiento. Con el paso del tiempo, esta dotadísima creadora supo sacudirse su profunda tristeza y abrazar una nueva forma de pintar y de vivir en calma y armonía consigo misma y con los demás. Ángeles Santos no dejó de pintar ya nunca más, hasta su fallecimiento en 2013.
MAE, Inés Escudero, abril 2021.
Exposición de Pintura y Escultura, Valladolid, Círculo Mercantil, org. Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción. 1928. Exposición individual, Valladolid, Ateneo Municipal. 1929. IX Salón de Otoño, Madrid, Palacio del Retiro. 1929. Exposición individual, Madrid, Lyceum Club Femenino. 1929. Exposición de Pintura y Escultura, Madrid, Círculo de Bellas Artes. 1930. X Salón de Otoño (sala especial dedicada a ella), Madrid, Palacio del Retiro. 1930. International Exhibition of Paintings, Pittsburgh (Estados Unidos), Carnegie Institute. 1931. Exposición de Arte Español, Oslo (Noruega). 1931. Exposición individual, París (Francia), Galería Charles-August Girard. 1931. Exposición de la SAI, San Sebastián, Ateneo guipuzcoano. 1931. Exposición de la SAI, Copenhague (Dinamarca), Palacio de Bellas Artes Charlottemborg y Galería Flechtheim, Berlín (Alemania). 1931-1932. International Exhibition of Paintings, Pittsburgh (Estados Unidos), Carnegie Institute. 1933. XIII Salón de Otoño, Madrid, Palacio del Retiro. 1933. Exposición individual, Barcelona, Galeries d’Art Syra. 1935. Exposición individual, Barcelona, Galeries d’Art Syra. 1936. L’Art Espagnol Contemporain, París (Francia), Le Jeu de Paume. 1936. XX Biennale Internazionale, Venecia (Italia). 1936. Exposición individual, Zaragoza, Sala Libros. 1941. Exposición Nacional de Bellas Artes, Barcelona. 1942. Exposición individual, Barcelona, Casa del Libro. 1942. Exposición individual, Madrid, Galería Estilo. 1945. Exposición individual, Madrid, Colegio Mayor de Sta. Teresa de Jesús, Universidad de Madrid. 1946. Exposición individual, Figueres. 1951. III Bienal Hispanoamericana, Barcelona. 1953. Frente al espejo, Barcelona, Colegio de Arquitectos de Cataluña y Baleares. 1966. IV Salón Femenino de Arte Actual, Barcelona, Hospital de la Santa Cruz. 1967. Exposición individual, Barcelona, Sala Rovira. 1969. Exposición individual, Barcelona, Sala Parés. 1974. Exposición individual, Barcelona, Sala Nonell. 1975. El surrealisme a Catalunya, Barcelona, Galería Dau al set. 1975. Surrealismo en España, Madrid, Galería Multitud. 1975. Pintors surrealistes de l’Empordà, Figueres, Museu de l’Empordà. 1977. Ángeles Santos Torroella, exposición antológica, Figueres. Museu de l’Empordà. 1986. El surrealisme a Catalunya, 1924-1936, Barcelona, Centre d’Art Santa Mónica. 1988. Picasso, Miró, Dalí y los orígenes del Arte Contemporáneo en España 1900-1936, Madrid, MNCARS y Fráncfort (Alemania), Schirn Kunsthalle. 1991. AC Avantguardes a Catalunya 1906-1939, Barcelona, La Pedrera, org. Fund. Caixa Catalunya. 1992. Fuera de orden. Mujeres de la vanguardia española, Madrid, Fundación Mapfre. 1999. Ángeles Santos, Bilbao, Fundación Bilbao Bizkaia Kutxa. 2003. Ángeles Santos, un mundo insólito en Valladolid, Valladolid, Museo Patio Herreriano y Madrid, Residencia de Estudiantes. 2003-2004. |
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AGENJO BOSCH, A., La pintora Ángeles Santos y su obra anterior a la Guerra Civil Española. Catalogación y estudio, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1987, Tesis doctoral dirigida por Rafael Santos Torroella, http://hdl.handle.net/10803/2566. CASAMARTINA I PARASSOLS, J. (com.), Ángeles Santos, un mundo insólito en Valladolid, Madrid, Museo Patio Herreriano y Residencia de Estudiantes, 2003. LOMBA SERRANO, Concha, Bajo el Eclipse. Pintoras en España, 1880-1939, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, colección Biblioteca de Historia del Arte, 2019. PRADO, M. (com.), Ángeles Santos, Bilbao, Fundación Bilbao Bizkaia Kutxa, 2003. |
ABRIL, M., “Crónica de arte. El Salón de Otoño”, Revista de las Españas, nos. 39-40, noviembre-diciembre 1929, p. 419. ABRIL, M., “Ángeles Santos… y demonios”, Blanco y Negro, Madrid, 26-10-1930. FRANCÉS, J., “Palabras en la sala de Ángeles Santos”, La Esfera, pp. 38-39. GÓMEZ DE LA MATA, G., “Arte y artistas”, Crónica, 17-11-1929, p. 12. GÓMEZ DE LA SERNA, R., “La creadora de «Un mundo»”, El Sol, Madrid, 1-11-1929, p. 1. GÓMEZ DE LA SERNA, R., “La genial pintora Ángeles Santos, incomunicada en un Sanatorio”, La Gaceta Literaria, Madrid, 1-4-1930, p. 1. HESPERIA, “El noveno Salón de Otoño”, El Imparcial, pp. 1280-1281. LAFUENTE FERRARI, E., “Exposiciones. Arte otoñal”, La Gaceta Literaria, Madrid, 1-11-1929, p. 3.
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Madrid, 1904 – Barcelona, 1991
Rosario de Velasco fue una pintora cuya producción artística se aproxima a los presupuestos de la Nueva Objetividad alemana o los italianos Valori Plastici. Participó en numerosas exposiciones nacionales.
Adán y Eva, 1932. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Rosario de Velasco Belausteguigoitia nació en Madrid en 1904 en una familia de clase acomodada. Su padre, Antonio de Velasco, era oficial de caballería y su madre, Rosario Belausteguigoitia, una descendiente de carlistas vascos y de fuertes convicciones religiosas. Recibe su primera formación con el pintor Fernando Álvarez de Sotomayor, un retratista adscrito al regionalismo gallego, y en 1924 ya formaba parte de la Sociedad de Artistas Ibéricos, la cual había sido creada ese mismo año para que las vanguardias permearan en el arte español. Su producción artística se aproxima a los presupuestos plásticos de la Nueva Objetividad alemana o los italianos Valori Plastici.
Participó en numerosas exposiciones. En 1931 en el 11º Salón de Otoño de la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid y obtiene la segunda medalla de pintura en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1932 con el óleo sobre lienzo Adán y Eva. Dicho lienzo se conserva en la actualidad en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, procedente de la ordenación de los fondos del Museo Español de Arte Contemporáneo. Ese mismo año se integró en la agrupación de Artistas de Acción y expuso junto con el resto del grupo en las salas del periódico El Heraldo de Madrid. Algunas de las figuras que formaban parte de la agrupación junto con Rosario de Velasco eran los pintores Horacio Ferrer, Aureliano Arronte, Juan Borrás, Cobo Barquera, Ricardo Summers (Serny) y Marisa Pinazo. También en 1932 participó en la muestra Pintura Novecentista en Valencia, organizada en dicha ciudad por la Sociedad de Artistas Ibéricos, y en otras dos exposiciones que organizó la misma sociedad en Copenhague (1932) y en Berlín (1933). En 1934 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes. De manera paralela a su trayectoria como pintora, cultivó también la ilustración, realizando originales para las publicaciones Cuentos para soñar de María Teresa León (1928) y Princesas del martirio de Concha Espina (1940).
El año 1937, en plena Guerra Civil, contrajo matrimonio con el médico catalán Xavier Farrerons. La pareja huyó a Francia a pie para pasar a la zona sublevada. Allí nació su hija María del Mar y colaboró con la revista Vértice. Tras la contienda, se instalaron en Barcelona y se reincorporó rápidamente en el mundo artístico. En 1939 y en 1941 participó en dos de las ediciones de la Exposición Nacional de Pintura y Escultura de València. En 1942, expuso en la Bienal de Venecia, en 1944 fue seleccionada por Eugenio D’Ors para participar en el II Salón de los Once, que tuvo lugar en la galería Biosca de Madrid, y en 1944 expuso en La Casa del Libro de Barcelona. En 1945, volvería a participar en la Exposición Nacional de Bellas Artes y acudiría asimismo a la Pittsburgh Internacional Exhibition. En 1968 es galardonada con el Premio San Jorge, en 1971 la galería Biosca le dedicó una exposición individual y, unos años más tarde, volvería a exponer en Cataluña: en las galerías Syra en 1977 y en el Cau de la Carreta de Sitges en 1981 y 1988.
MAE, Clara Solbes Borja, actualizada 2024. DOI: 10.26754/mae1803_1945
XI Salón de Otoño de la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid, 1931 Exposición Nacional de Bellas Artes, 1932 Exposición colectiva Artistas de Acción, Salón de El Heraldo de Madrid, 1932 Pintura Novecentista en Valencia, organizada por la Sociedad de Artistas Ibéricos, 1932 Exposición organizada por la Sociedad de Artistas Ibéricos en Copenhague, 1932 Exposición organizada por la Sociedad de Artistas Ibéricos en Berlín, 1933 Exposición Nacional de Bellas Artes, 1934 Exposición Nacional de Pintura y Escultura de València, 1939 | Exposición Nacional de Pintura y Escultura de València, 1941 Bienal de Venecia, 1942, II Salón de los Once, Galería Biosca, 1944 La Casa del Libro de Barcelona, 1944 Exposición Nacional de Bellas Artes, 1945 Pittsburgh Internacional Exhibition, 1945 Exposición individual en la Galería Biosca, 1971 Galerías Syra, 1977 Cau de la Carreta de Sitges,1981 Cau de la Carreta de Sitges,1988 |
Alcaide, José Luis. “Un lienzo de Rosario de Velasco en el Museo de Bellas Artes de Valencia”, Ars Longa: cuadernos de arte, nº 6, 1996, pp. 49-55. LOMBA SERRANO, Concha, Bajo el Eclipse. Pintoras en España, 1880-1939, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, colección Biblioteca de Historia del Arte, 2019. Muñoz López, Pilar. Mujeres españolas en las artes plásticas. Madrid, Editorial Síntesis, 2003. Viudes de Velasco, Toya y Lusarreta, Miguel (com.). Rosario de Velasco, Madrid, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, 2024. |
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Toro, Zamora, 1904 – Madrid, 1968
Artista de gran capacidad técnica y creativa, y de una especial sensibilidad, se dedicó a la pintura, la ilustración y el muralismo, obteniendo importantes reconocimientos en esos ámbitos que le sitúan entre las más notables creadoras de la primera mitad del siglo XX.
Adela Tejero, que preferirá firmar con el nombre de Delhy, nació en la localidad zamorana de Toro, siendo la mediana de tres hermanas. Su infancia, marcada por el prematuro fallecimiento de su madre, transcurrió en un ambiente tradicional y conservador.
En Toro recibió clases de dibujo en la Fundación González Allende, y en 1925 se trasladó a Madrid con el objetivo de aprender a pintar y satisfacer así su destino vital, pues la artista estaba convencida de que para eso había nacido. Los diarios que escribía, sus “cuadernines”, son una inagotable fuente para interpretar el pensar y el sentir de esta introspectiva creadora.
En la capital estudió en la Escuela de Artes y Oficios mientras preparaba su ingreso en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde se matriculó en 1926. Allí coincidió con otras artistas como Francis Bartolozzi y Remedios Varo, con quien trabaría amistad, también con Maruja Mallo. En aquellos años se instaló en la Residencia de Señoritas, lo que también le permitió entrar en contacto con otras personalidades vinculadas a las vanguardias, como Torres García o Benjamín Palencia.
En 1924 publica su primera ilustración y empieza a colaborar en algunas publicaciones periódicas, aunque será en los años 30 cuando se consolide su trabajo como ilustradora en cabeceras importantes como Blanco y Negro, Crónica, La Esfera o Estampa. Sus magníficas creaciones gráficas bebían del imperante estilo art déco, de entre todas ellas podemos destacar su serie de ilustraciones para Blanco y Negro, titulada Estampas populares, donde reinterpreta los tipos populares.
Estos primeros trabajos, así como la decoración puntual de algún establecimiento comercial, le posibilitaban cierta independencia económica cuando todavía cursaba estudios en San Fernando, una autonomía que deseaba y que obtuvo durante los tres años en que ejerció como profesora en la Escuela de Artes y Oficios. Allí ocupó en 1931 la cátedra de Procedimientos de Pintura Mural. Ese mismo año había viajado a Bruselas y París para formarse precisamente en este campo, ámbito que interesó a Delhy y que le llevaría a ampliar su formación en Italia ya avanzada la década de los 30, para después emprender una amplia producción de obras murales, especialmente abundantes en la primera mitad de los años 40.
En 1933 tuvo lugar la primera exposición individual de Delhy Tejero, en el Círculo de Bellas Artes. En esos años concurrió además a todas las ediciones de las Exposiciones Nacionales desde 1930 hasta su interrupción por la guerra, en las que fue cosechando méritos. Pero fue su participación en la Exposición Concurso Nacional de Pintura sobre Trajes Regionales de 1934 la que le reportó gran reconocimiento, hasta el punto de que se le dedicó una plaza en su Toro natal.
Cuando ya había estallado la Guerra Civil, Delhy obtuvo un salvoconducto para ir a estudiar a Italia. Antes y después pasó por París, donde entró en contacto y expuso con el grupo surrealista por medio, seguramente, de su amiga Remedios Varo, que estaba allí desde 1937. Parte de esa poética surreal, unida a la tendencia hacia lo fantástico de la propia Delhy, que hacía años había imaginado unas curiosas figurillas ‒sus “duendinas” o musas‒ e inventaba cuentos e historias ilustradas de autoría propia, se dejó sentir en su producción de entonces.
Lamentablemente, casi toda esa obra fue destruida por ella misma a su regreso a España una vez terminada la guerra, en uno de los momentos de crisis interna y rechazo que experimentaba consigo misma y hacia su obra, que detestaba y consideraba impura. Instalada nuevamente en Madrid, se adentró en una fase solitaria de profunda espiritualidad avivada por la muerte de su padre en 1943. Se volcó entonces en la pintura mural, mientras su producción acusó un aletargamiento de los rasgos formales más innovadores. Y siguió participando en contadas exposiciones nacionales, incluso mostró sus dibujos y pinturas en dos exposiciones individuales en los años 1946 y 1947, con las que obtuvo éxito del público y la crítica, simpatizante de una plástica más conservadora.
Durante los años que siguieron, Delhy prosiguió su personal andadura artística, incorporando prácticas más experimentales. Aunque no abandonó nunca la vía figurativa, a finales de los 40 la artista toresana fue transitando el camino de la depuración formal, lo que le llevaría a soluciones cercanas a la abstracción. Sus experimentaciones pudieron verse en una nueva individual en 1951, aunque no fueron bien recibidas. Sus vaivenes estilísticos, entre una pintura más tradicional ‒la que presentaba a los concursos nacionales‒ y otra más moderna, abstracta y de nuevo surrealizante, eran interpretados como indecisiones que denotaban duda e inseguridad.
Pero el panorama artístico español comenzaba a abrirse puntualmente a ciertas manifestaciones artísticas con aire renovador, y Delhy insistió en la vía experimental llegando a concebir su propio lenguaje de arte nuevo al que llamó “perlismo”, consistente en incorporar polvo mineral a sus cuadros, dotándoles de una especial textura. Un decidido paso hacia la abstracción informalista que por aquella época practicaba Tàpies.
En los últimos años de su vida, tras sufrir un infarto, se sumió más profundamente en lo que ella misma denominaba “solitarismo”, pero siguió firmando composiciones murales, concibiendo cuentos y retomó la actividad como ilustradora hasta su muerte en 1968 provocada por una angina de pecho.
Al final del camino, tras las dudas y el sufrimiento que le había producido un día su propia obra, Delhy se reconocía feliz con su arte: siendo fiel a sí misma en cada momento, ella se convertía en una artista libre.
MAE, Inés Escudero, abril 2021.
En el circo, 1934
Catálogo de la Exposición Nacional de 1934, sec. Pintura y Arte decorativo, cat. 14, p. 92.
Exposición colectiva, Madrid, Embajada de Cuba. 1926. Exposición Nacional de Bellas Artes, Madrid, Palacio del Retiro. 1930. XIII Salón de Humoristas, Madrid, Círculo de Bellas Artes. 1930. Exposición en Bruselas, École Supérieure Logelain. 1931. Exposición Nacional de Bellas Artes, Madrid, Palacio del Retiro. 1932. Exposición individual, Madrid, Círculo de Bellas Artes. 1933. XVI Salón de Humoristas, Madrid. 1933. Exposición Concurso Nacional de Pintura sobre Trajes Regionales, Madrid.1934. Exposición Nacional de Bellas Artes, Madrid, Palacio del Retiro. 1934. Exposición Nacional de Bellas Artes, Madrid, Palacio del Retiro. 1936. Le rêve dans l’art et la littérature. De l’Antiquité au Surréalisme, París, Galerie Contemporaine. 1939. Exposición Nacional de Bellas Artes, Madrid, Palacio del Retiro. 1943. Una escultora y dos pintoras, Madrid, Galería Estilo. 1946. Exposición colectiva, Madrid, Instituto Británico. 1946. Exposición individual, Madrid, Museo de Arte Moderno. 1947. Arte Español Contemporáneo, Buenos Aires, Museo de Bellas Artes. 1947. La acuarela en la joven pintura española, Madrid, Galería Buchholz. 1947. I Exposición Nacional de Artes Decorativas, Madrid, Palacio del Retiro. 1947. Exposición Nacional de Bellas Artes, Madrid, Palacio del Retiro. 1948. Exposición individual, Madrid, Instituto Internacional Boston. 1951. I Bienal Hispanoamericana de Arte, Madrid, Palacio del Retiro. 1951. Exposición Internacional de Arte Abstracto, Santander, Museo Municipal y Palacio de la Magdalena; Madrid, Museo de Arte Contemporáneo. 1953. Pinturas sobre temas de tren, Madrid, Sala Turner. 1953. II Bienal Hispanoamericana de Arte, La Habana. 1954. III Bienal Hispanoamericana de Arte, Barcelona. 1955. Exposición individual, Madrid, Sala de la Dirección General de Bellas Artes. 1955. Picasso et l’Art Contemporain Hispano-Americain, Ginebra, Museo de Arte e Historia. 1956. Exposición individual, Salamanca, Escuela de Bellas Artes de San Eloy. 1959. Exposición individual, Valladolid, Caja de Ahorros de Salamanca. 1959. Delhy Tejero, 1904-1968. Ciento once dibujos, Madrid, Museo Municipal de Arte Contemporáneo. 2005. Delhy Tejero. Representación, León, Edificio Botines Caja España; Salamanca, Sala de Exposiciones de Santo Domingo de la Cruz; Zamora, Centro Cultural Caja España; Segovia, Sala de Exposiciones de La Alhóndiga; Ávila, Palacio del Episcopio; Valladolid, Sala Municipal de Exposiciones Teatro Calderón; Burgos, Arco de Santa María; Palencia, Salas de Exposiciones Caja España. 2009. |
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