Jarque Soro, Carmen
Carmen Jarque Soro, casada con el fotógrafo Lucas Cepero, se hizo cargo del estudio que había dirigido su marido en Zaragoza tras enviudar en 1924. Entre 1926 y 1936 publicitó la actividad del gabinete en los anuarios comerciales, utilizando el nombre Viuda de Lucas Cepero. Además, durante aquellos años sus fotografías ilustraron reportajes tanto en la prensa local como en revistas nacionales como Estampa.
Jurado García, Manuela
Manuela Jurado García fue una fotógrafa aficionada que participó con asiduidad en los concursos organizados por la Revista Kodak, recibiendo premios por sus trabajos en numerosas ocasiones. El género predominante entre la escasa producción conocida de la autora es la fotografía infantil, realizada habitualmente en el exterior, entre la que destacan especialmente las escenas de playa.
Laporta y Closas, Aurea
Aurea Laporta y Closas fue una fotógrafa aficionada que utilizó la cámara durante la última década del siglo XIX. En 1896, su obra “De sobremesa” se reprodujo en La Fotografía Práctica, siendo la primera imagen realizada por una mujer española que hemos localizado publicada en una revista fotográfica.
López Cabrera, Amalia
Amalia López Cabrera es una de las primeras fotógrafas españolas con estudio propio. Desarrolló su actividad en Jaén y se especializó en la realización de retratos, pero también practicó géneros diversos como las vistas urbanas o la reproducción de obras de arte, componiendo así un conjunto fotográfico que destaca por su calidad y heterogeneidad.
Lugo y Benítez, Nieves
Nieves Lugo fue una autora polifacética, que practicó diversas disciplinas artísticas, destacando especialmente en el ámbito fotográfico y cinematográfico. Publicó sus trabajos en revistas nacionales, participó en diversos salones, formó parte de varias agrupaciones fotográficas y, con su pieza La sortija encantada, se convirtió en la primera cineasta canaria.
Mayol Bazo, Joaquina (Viuda de Lorichon)
Joaquina Mayol Bazo fue una fotógrafa profesional que trabajó en Málaga a mediados del siglo XIX. Tras enviudar en 1859, regentó el estudio que había dirigido su marido al menos hasta 1865, utilizando los nombres comerciales de Viuda de Lorichon o Madama Lorichon. Durante aquellos años, compaginó el trabajo de gabinete con la práctica itinerante, especializándose en la realización de retratos, fundamentalmente en formato carte de visite, un género con el que alcanzó notable éxito.