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Viveiro, Lugo, 11/09/1873 – 01/05/1907
Celia Insua López se dedicó profesionalmente a la fotografía durante casi dos décadas, primero con su hermano mayor Laurencio Insua, posteriormente once años en solitario al frente de un gabinete a su nombre, y por último junto a su hermano pequeño José Insua bajo el nombre comercial “J. y C. Insua”.
Anuncio del Gabinete Fotográfico de Celia Insua López publicado en El Vivariense (Vivero, 29/11/1893).
María Celia Insua López nació el día 11 de septiembre de 1873 en la casa familiar ubicada en el barrio de Santiago de Viveiro, un municipio de la provincia de Lugo. Era hija de Juan Antonio Insua Dorado, que fue un maestro ebanista reconocido en la localidad por su implicación en cuestiones sociales -presidió la Sociedad de Obreros y promovió iniciativas educativas y culturales-, y de Antonia López Ponte, ama de casa, quienes tuvieron otros cuatro hijos: Laureano, Cándido, José y Dolores Insua López. Tanto Celia Insua como sus hermanos Laureano y José -y posteriormente el hijo de este, Emilio Insua Polo- se dedicaron a la fotografía.
Laureano Insua, siguiendo su vocación artística, inauguró en el año 1888 su establecimiento fotográfico en la Casa Teatro da Porta da Vila, “Caixón dos Figos”, al que se incorporó también Celia Insua, que contaba entonces con apenas quince años, donde aprendió el oficio. Tras el prematuro fallecimiento de su hermano en agosto de 1891, la autora continuó en solitario al frente del gabinete durante los siguientes once años. Tras perfeccionar su formación en A Coruña junto a un fotógrafo experimentado, la autora anunciaba en la prensa la actividad del “Gabinete fotográfico de Celia Insua” en la El Vivariense (06-XI-1892). Precisamente la información recogida en los semanarios locales, El Vivariense y El Eco de Vivero, es la que permite aproximarnos a la trayectoria del establecimiento. En ellos, Celia Insua utilizaba las fórmulas básicas empleadas por sus compañeros de profesión para atraer a la clientela, haciendo continuas referencias a la modernización del gabinete, así como a los precios económicos que ofrecía.
De nuevo, en 1895, El Vivariense daba noticia de que la autora se había trasladado una temporada a A Coruña para continuar estudiando el avance y perfeccionamiento de las nuevas técnicas junto al fotógrafo Enrique Ferreiro Bello -que regentó un estudio en la ciudad al menos entre los años 1879 y 1903-: “Acaba de llegar a esta población, procedente de La Coruña, nuestra distinguida convecina D.ª Celia Ínsua López, que pasó una temporada en la ciudad herculina estudiando los adelantos de su profesión, al lado del acreditado fotógrafo D. Enrique Ferreiro Bello, circunstancia que, entre otras ventajas, le reporta la de poder ofrecer a su numerosa clientela una gran rebaja en los precios”.
Durante la ausencia de la fotógrafa, parece que su establecimiento continuó activo, por lo que probablemente fuese su hermano menor, José Insua, que tenía ya dieciocho años, quien se encargara de la gestión del mismo. Unos años después, en 1901, José Insua se asoció con el fotógrafo Saavedra, con quien fundó la denominada “Sociedad Fotográfica”. Resulta interesante que en la presentación de la misma se dejase constancia de que Celia Insua había sido la anterior propietaria del negocio, ya que era una estrategia utilizada habitualmente por los fotógrafos que pone de manifiesto el prestigio que su gabinete había logrado entre la clientela: “Esta Sociedad tiene el gusto de participar al público vivariense que, debido á las últimas reformas hechas en la Galería que fue de la propiedad de Celia Ínsua López y a la adquisición de modernos aparatos, puede hacer toda clase de retratos, ampliaciones […]”. En cualquier caso, la actividad de esta sociedad solo duraría unos meses, y parece que desde entonces los hermanos trabajaron juntos, probablemente ella se encargase principalmente de la labor de estudio mientras que él realizaría el trabajo de exterior fotografiando acontecimientos de actualidad y vistas del entorno.
En algunas ocasiones utilizaron el sello comercial “J. y C. Insua” y en otras únicamente “J. Insua”. A pesar de ello, Celia Insua nunca dejó de trabajar en el gabinete, como traslucen diversas noticias y anuncios publicados en la prensa. A mediados de 1904 se vieron obligados a cambiar de emplazamiento y trasladaron el negocio a la Avenida de Cervantes y, aunque parece que el nombre de José eclipsó cada vez con más fuerza el de Celia, este no llegaría a desaparecer, pues siguieron firmando en distintos proyectos, por ejemplo el Portfolio de Galicia (1904) publicado por Pedro Ferrer, como “J. y C. Insua”; e incluyendo en los anuncios publicitarios los nombres de ambos, como vemos en El Eco de Vivero en el año 1906: “Gabinete fotográfico de José y Celia Insua López. Avenida de Cervantes. Este conocido gabinete se hace toda clase de trabajos tanto en papeles brillantes como en artísticos platinos. Ampliaciones á todos los tamaños y á precios sumamente baratos”.
En cuanto a su obra, hasta la fecha apenas se conocen un par de retratos, uno de ellos firmado como “Fotografía de Celia Insua” y otro con el sello “J. y C. Insua”, caracterizados por la austeridad y la sencillez de la composición. Además, se conservan algunas fotografías en cuyas cartulinas figura la firma “J. Insua” que probablemente fueron realizadas por Celia Insua, ya que su hermano aparece retratado en las mismas.
El 22 de noviembre de 1905 Celia Insua contrajo matrimonio en la iglesia parroquial de Santiago de Vivero con Juan Martínez Fernández, que tenía entonces treinta y ocho años y trabajaba como dependiente. Apenas un año y medio después, Celia Insua falleció prematuramente, el día 1 de mayo de 1907, a consecuencia de una sepsis puerperal.
MAE, Blanca Torralba Gállego, enero 2024, DOI: 10.26754/mae1803_1945
CASTELAO, C., “Los orígenes de la fotografía en Galicia”, en J. A. Hernández Latas (ed.), IV Jornadas sobre Investigación en Historia de la Fotografía. 1839-1939: Un siglo de fotografía, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2023, pp. 74-90. FONTANELLA, L., La historia de la fotografía en España, desde sus orígenes hasta 1900, Madrid, El Viso, 1981, p. 224. | NUEVO CAL, C., Viveiro. Unha Historia en fotografía (1888-1930), Lugo, Seminario de Estudios Terra de Viveiro, 2004. PADÍN, F., “Celia Ínsua (1873-1907)”, en la web Fotógrafas Pioneiras (12-05-2023) (https://fotografaspioneiras.wordpress.com/2023/05/12/celia-insua-1873-1907/#545fd2f0-9f6f-4cb1-b98e-62a28bf3c228). Portal Clifford Fotoconnexio (https://www.fotoconnexio.cat/clifford/). |
El Vivariense (Vivero, 06-XI-1892) El Vivariense (Vivero, 29-XI-1893). | El Vivariense (Vivero, 28-VII-1895). El Eco de Vivero (Vivero, 1906). |
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Múnich, 13/03/1891 – 29/01/1987
La Princesa Pilar de Baviera, historiadora del arte, pintora y fotógrafa aficionada, fue una mujer viajera que publicó varios artículos y libros sobre sus experiencias en España y Europa, los cuales ilustró con muchas de las imágenes tomadas por ella misma. Además, editó cuatro series de tarjetas postales con las fotografías realizadas durante sus viajes por el país, que tituló Recuerdos de España.
Fotografía Samot, La Princesa Pilar sacando fotografías de la Magdalena, 1914. Archivo General de la Administración.
La princesa María del Pilar de Baviera y Borbón, hija del príncipe Luis Fernando de Baviera y de la infanta María de la Paz de Borbón, nació el 13 de marzo de 1891 en Múnich. Se licenció en Historia del arte y se formó como pintora con artistas como Hans von Bartels, Willi Geiger o Moritz Heymann, además de pertenecer a la Asociación de Artistas y la Unión de Pintores del Viejo Múnich. También fue miembro de la Cruz Roja durante más de cuatro décadas y trabajó como enfermera en las dos guerras mundiales. Pilar de Baviera fue una mujer viajera, que publicó varios artículos y libros sobre sus experiencias en España y Europa, así como una biografía del rey Alfonso XIII, su primo. Además de todo ello, Pilar de Baviera era fotógrafa aficionada, y utilizó muchas de las imágenes tomadas por ella misma para ilustrar las mencionadas publicaciones y editar varias series de tarjetas postales, de las cuales nos interesan especialmente las realizadas en España.
En 1910 llevó a cabo su primer viaje en automóvil por el país, experiencia que recogió en el libro Im auto nach Spanien (1911), ilustrado con las fotografías tomadas por ella misma -además, se conserva un álbum con un gran número de positivos en la biblioteca del Palacio Real de Madrid-. El 2 de octubre comenzó la ruta desde el Palacio de Nymphenburg, acompañada de sus padres y dos chóferes, en un Hispano-Suiza Limousine Landaulet de seis cilindros, que terminó en el mismo lugar el 19 de noviembre. En este primer viaje realizó el siguiente itinerario: Freudenstadt, Estrasburgo, Nancy, Paris, Limoges, Bergerac, Hendaya, San Sebastián, Vitoria, Pancorbo, Burgos, Madrid, El Pardo, Aranjuez, El Escorial, Ávila, Salamanca, Valladolid, Cuéllar, Peñafiel, Soria, Numancia, Zaragoza, Tudela, Pamplona, Roncesvalles, Pau, Lourdes, Toulouse, Mende, Lyon, Genf y Nymphenburg. Desde mediados de octubre, periódicos como La Correspondencia de España, La Voz de Castilla, el Diario de Burgos, El Eco de Navarra, entre muchos otros, fueron dando noticia del paso de la princesa y sus padres por las distintas regiones del país y, en alguna ocasión, incluso hicieron referencia a su actividad como fotógrafa. Por ejemplo, en el artículo titulado “La infanta doña Paz y su augusta familia en Alba y Salamanca”, publicado en El Lábaro a comienzos de noviembre de 1910 y copiado en La Basílica Teresiana unos días después. Al relatar su visita a la ciudad de Salamanca, el autor afirmaba que “la princesita Pilar, que estaba bellísima y atraía las simpatías con su mirada azul, llena de ingenuidad y juventud, llevaba un aparato fotográfico, un estereóscopo, con el que obtuvo varias vistas”; y unas líneas después añadía: “Durante toda la mañana han callejeado por Salamanca, siendo constantemente saludados con gran respeto. La princesa Pilar no ha escatimado los clichés, tanto es así que á media mañana tuvo que reponer sus cajas con nuevas placas que adquirió en casa de D. Prudencio Santos”.
Dos años después, emprendió un nuevo viaje en automóvil por España -también junto a sus padres y dos chóferes-, que volvió a iniciar en Nymphenburg, el 1 de septiembre de 1912, cuyo itinerario en esta ocasión fue el siguiente: Memmingen, Zurich, Berna, Ginebra, Aix les Bains, Grenoble, Avignon, Nimes, Montpelier, Béziers, Carcasonne, St. Gaudens, Oloron, Jaca, Logroño, Nájera, Burgos, Valladolid, Simancas, Medina del Campo, Salamanca, Béjar, Miranda del Castañar, Alba de Tormes, Ávila, Segovia, La Granja, Madrid, Zarzuela, Castillejo, Luján, Casa de Campo y El Pardo. Como había ocurrido la vez anterior, la prensa local hizo alusión a la afición a la fotografía de la princesa Pilar. Por ejemplo, en Valladolid, donde “obtuvo algunas instantáneas al paso de los soldados” (Diario de la Marina, 12-IX-1912), en Salamanca “sacó varias fotografías de aspectos diversos del ferial” de ganados (El Adelanto, 14-IX-1912), o en Béjar, donde la princesa “sacó fotografías de dos candelarias, que allí se hallaban y que obsequiaron con rosquillas a Sus Altezas” (La Victoria, 14-IX-1912). Asimismo, con parte de las fotografías que realizó en este viaje ilustró el libro titulado Meine zweite Autoreise nach Spanien, publicado en 1914.
Además, Pilar de Baviera editó cuatro series de tarjetas postales -cada una compuesta por quince, sumando un total de sesenta imágenes- con las fotografías realizadas durante sus viajes, que tituló Recuerdos de España, que fueron impresas por la casa Franz Boham’s Kunstverlag de Múnich, a beneficio de la institución fundada por su madre en dicha ciudad, el Pedagogium Español. Tal y como señala José Antonio Torcida, “merece la pena destacar en este conjunto de postales su variedad geográfica y el interés cartófilo de muchas de ellas, pues la autora buscó retratar tipos y costumbres, tradiciones y lugares, además de vistas pintorescas y monumentos”. Además, como apunta el autor, resultan interesantes las imágenes tomadas en el interior de varios conventos de clausura, vedados para otros fotógrafos, pero a los que ella tuvo acceso por su condición de Infanta de España, como son el Monasterio de la Encarnación (Ávila), el Convento de las Dueñas (Salamanca) y el Monasterio de la Anunciación de Nuestra Señora de Carmelitas Descalzas (Alba de Tormes, Salamanca).
Por último, merece la pena señalar que una de las fotografías realizadas por la Princesa Pilar de Baviera en España, la titulada Ruinas castellanas, fue reproducida en la revista La Fotografía, en su décimo número de la segunda época, publicado en octubre de 1914.
MAE, Blanca Torralba Gállego, enero 2024, DOI: 10.26754/mae1803_1945
TORCIDA VALIENTE, J. A., “Recuerdos de España, de la Princesa Pilar de Baviera”, Revista Cartófila, n.º 39, Barcelona, marzo 2017, pp. 57-70.
TORCIDA VALIENTE, J. A., “Recuerdos de España, de la Princesa Pilar de Baviera (II)”, Revista Cartófila, n.º 40, Barcelona, mayo 2018, p. 72.
BAYERN, Pilar Prinzessin von, Im auto nach Spanien, Múnich, Hans Goltz, 1911. BAYERN, Pilar Prinzessin von, Meine zweite autoreise nach Spanien, Múnich, Lindxuer, 1914. El Adelanto (Salamanca, 14-IX-1912), p. 1. El Lábaro (Salamanca, 08-XI-1910). La Fotografía, 2ª época, año I, n.º 10 (Madrid, X-1914). | “La infanta doña Paz y su augusta familia en Alba y Salamanca”, La Basílica Teresiana, año V, n.º 59 (Salamanca, 15-XI-1910), pp. 333-339. “La infanta Paz en Béjar”, La Victoria (Béjar, 14-IX-1912), pp. 2-3. “Los príncipes de Baviera”, Diario de la Marina (Madrid, 12-IX-1912), p. 2. TAF, “Otro libro”, El Eco de Santiago (Santiago de Compostela, 02-I-1912), p. 1. |
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Londres, 1821 – ¿París, 1885?
Jane Clifford fue una mujer adelantada a su tiempo, aeronauta y fotógrafa, que muy probablemente colaboró con su marido en la confección de la colección Clifford, y cuando este falleció a comienzos de 1863 continuó con la difusión de las vistas de monumentos españoles, finalizó los reportajes encargados por la Casa Real y asumió la dirección del estudio, que regentó bajo la denominación Fotografía inglesa.
Ascension de MM. Goulston, Cliford y mistris Cliford [detalle], 1851. Publicado en La Ilustración (Madrid, 18-I-1851).
Jane Clifford es una figura misteriosa, de la que desconocemos importantes datos biográficos, especialmente los previos a su llegada a Madrid a mediados del siglo XIX, como por ejemplo su apellido de soltera. Gracias a los padrones municipales sabemos que la autora nació en Londres en torno a 1821 y que se casó con el célebre fotógrafo galés Charles Clifford. Las primeras noticias relacionadas con el matrimonio británico en España las localizamos en 1850 y están vinculadas con eventos aerostáticos, similares a los que la pareja había organizado ya en Francia el año anterior. Jane Clifford, a quien en el cartel anunciador de uno de estos eventos se describía como una mujer “animosa e interesante”, participó en varias ascensiones, como evidencia la noticia publicada en enero de 1851 en La Ilustración, que daba noticia del ensayo realizado por los aeronautas ingleses M. Glouston, Clifford y “Mistris Cliford” [sic] en la plaza de toros de Madrid. O el comunicado de prensa que había aparecido en La Patria el día anterior, en el que Charles Clifford relataba la experiencia de la siguiente manera: “A las cuatro y media soltamos la cuerda y ascendiendo rápidamente pronto nos perdimos de vista en una capa de nubes densas, que tardamos en atravesar ocho minutos. Apenas las cruzamos cuando todos, y más particularmente mi esposa, tuvimos el placer inefable de encontrarnos en un cielo azul y sereno”, pero terminaba lamentándose y expresando que habían sentido mucho “no haber podido tomar con el daguerrotipo la vista de Madrid”, confiando en poder “sacar un paisage tan nuevo como exacto” en otra ocasión. Jane Clifford no fue la única fotógrafa que realizó exhibiciones de ascenso en globo, sino que conocemos otros ejemplos como los de Ernestine Nadar en Francia o Madame Bertrande Senges, daguerrotipista que recorrió la península ibérica desde finales de los años cuarenta del siglo XIX.
Tras su llegada a Madrid, Charles Clifford abrió un estudio fotográfico, donde comenzó dedicándose al retrato pero al poco tiempo empezó a viajar por el territorio español fotografiando las principales ciudades y sus monumentos. Pronto comenzó a recibir importantes encargos de la monarquía y diversas instituciones, documentando proyectos relacionados con la modernización del país -entre los que destacan la reforma de la Puerta del Sol, la construcción y extensión del ferrocarril o la del Canal de Isabel II-, e incluso fue el fotógrafo oficial durante la campaña de viajes que realizó la reina entre 1858 y 1862. Además, parte de esa documentación fotográfica del patrimonio nacional que llevó a cabo durante una década lo recogió en la publicación titulada A Photographic Scramble through Spain (1861).
Aunque apenas existen referencias concretas, es más que probable que Jane Clifford colaborase con su marido en la confección de la colección Clifford, ya que tanto en los anuncios en prensa como en la publicación mencionada solía utilizar el plural. Dicha hipótesis se hace todavía más evidente si tenemos en cuenta que ambos se hicieron miembros de la Societé Francaise de Photographie a mediados de los años cincuenta y que, tras el fallecimiento de Charles Clifford el 1 de enero de 1863, la esquela publicada en El Clamor Público lo expresaba con claridad: “El Sr. Clifford, ha dejado por herencia notables fotografías á su inconsolable esposa, dignísima señora que no solo estaba identificada con su suerte, sino que tomaba una parte activa en sus trabajos”. Confirmación de la capacidad de Jane Clifford es que tras enviudar continuó con la difusión de las vistas de monumentos españoles, finalizó los reportajes encargados por la Casa Real y asumió la dirección del estudio Fotografía inglesa. Además, aquel mismo año participó en nombre de su marido en la Cinquième Exposition de la Société Française de Photographie celebrada en París presentando veinticinco vistas de España -que comprendían fotografías de Granada, Sevilla, Córdoba, Zaragoza, Salamanca, Toledo, Elche, Manresa, Burgos y Segovia-, a las que añadió una reproducción del bajorrelieve del Descendimiento de la Cruz con el que José Bellver había recibido una segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860. Merece la pena señalar que cuando Jane Clifford inscribió dicha fotografía en el registro de patentes de Londres, lo hizo como autora de la misma.
El proyecto más conocido de Jane Clifford es la realización en 1863 de las fotografías del Tesoro del Delfín -por ser las únicas que podemos considerar exclusivamente suyas-, que además formarían parte del Tesoro de la Escultura, un proyecto editorial más amplio que se editó en cinco volúmenes entre 1862 y 1865, incluidas en el último tomo. El Tesoro del Delfín es un conjunto de copas, vasos, jarras y demás piezas suntuarias realizadas durante los siglos XVI y XVII, que Felipe V trajo a España como herencia de su padre, Delfín de Francia. La colección estaba formada en origen por casi setecientas piezas, de las que Felipe V recibió 169, que pasaron a constituir un tesoro dinástico para la nueva monarquía española, y de las que actualmente se conservan 120. En otoño de 1863 John Charles Robinson, supervisor de las colecciones del Museo South Kensington, actual Victoria & Albert, viajó a España con el encargo de buscar y adquirir piezas que pudiesen interesarle al museo. En noviembre de aquel año se le concedió permiso para que fotografiase una parte del Tesoro, como refleja la Real Orden que se expidió dirigida al director del Real Museo de Madrid -hoy Museo del Prado-, en la que se especificaba que se valdría “de un fotografísta de su confianza” para “sacar copias de una parte de la colección de tazas y vasos de cristal y otros materiales que existe en ese Real Museo”. Dicho “fotografista” sería Jane Clifford. Actualmente se han estudiado varios conjuntos de las fotografías del Tesoro del Delfín, conservados en el Museo Nacional del Prado, la Biblioteca Nacional de España, el Victoria & Albert, el Museo Universidad de Navarra, el Archivo General de Palacio -colección que presenta una calidad técnica de positivado más elevada-, la Real Biblioteca y el Goteborgs Konstmuseum.
A finales de 1864 Jane Clifford se trasladó a la calle Mayor, donde abrió un estudio con el nombre de “Fotografía Inglesa”, como anunciaba en El Contemporáneo: “Fotografía Inglesa. La señora viuda de Clifford pone en conocimiento del público de Madrid, que ha establecido una Galería Fotográfica para retratos a estilo de Londres en la calle Mayor número 18-20, piso cuarto de la izquierda, habiendo hecho venir de Inglaterra uno de los mejores operarios y máquinas de las más modernas. Dicha señora sigue además la publicación de las vistas de los principales monumentos de España sacadas con tan feliz éxito por su difunto esposo D. Carlos Clifford, fotógrafo que fue de SS. MM. y de la reina de Inglaterra, cuyo depósito se halla en la Corona de Oro Carrera de San Gerónimo, número 2. También se encarga de copiar cuadros, grabados, planos, etc., etc.”. De esta manera, Jane Clifford continuó con la publicación del Álbum Monumental de España, al tiempo que volvió a orientar su negocio hacia la realización de retratos. De esta época se conocen un escaso número de tarjetas de visita en las que la autora siguió utilizando el sello de su marido, probablemente por el prestigio con el que contaba la marca.
A mediados de los años sesenta localizamos alguna otra noticia en la prensa sobre el trabajo de Jane Clifford hasta que cerró el gabinete de la calle Mayor alrededor de 1866 y se marchó de España, probablemente se trasladó a París. En el año 1885 el nombre de Jane Clifford desaparece de la lista de miembros de la Societé Française de Photographie y se pierde definitivamente su rastro, por lo que es probable que falleciese en la capital francesa en torno a aquel año.
MAE, Blanca Torralba Gállego, enero 2024, DOI: 10.26754/mae1803_1945
1863. Cinquième Exposition de la Société Française de Photographie. París, Palais de l’Industrie, Pavillon sud-est. | 2019. Jane Clifford. Las fotografías del Tesoro del Delfín. Pamplona, Museo Universidad de Navarra. |
BULLOUGH AINSCOUGH, R., “La ‘animosa e interesante’ Jane Clifford. De aeronauta acompañante a fotógrafa emprendedora», congreso Un Siglo de Estrellas Fugaces, Museo del Prado, 2021. BULLOUGH AINSCOUGH, R., “Charles Clifford: globos y caballos”, Revista Internacional de la Imagen, 2 (2), 2015, pp. 129-137. FONTANELLA, L., Clifford en España: un fotógrafo en la corte de Isabel II, Madrid, El Viso, 1999. GARCÍA FELGUERA, Mª de los S., “La fotografía. Una profesión nueva para las mujeres”, en Carlos G. Navarro (ed.), Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931), Madrid, Museo Nacional del Prado, 2020, pp. 276-287. GONZÁLEZ PÉREZ, A. J., Andaluzas tras la cámara. Fotógrafas en Andalucía 1844-1939, Almería, Junta de Andalucía, 2021. | Jane Clifford. Las fotografías del Tesoro del Delfín [catálogo de exposición], Pamplona, Museo Universidad de Navarra, 2019. ONFRAY, S., Mujeres y fotografía en el siglo XIX español. El ejemplo madrileño de la Colección Castellano (1850-1870), Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 2022. ONFRAY, S., “Pioneras ‘intrépidas’. Fotógrafas y aeronautas en la España decimonónica (1840-1860)”, en Almarcha Núñez-Herrador, E. y R. Villena Espinosa (eds.), Colecciones, museos y fotografía. IX Encuentro de Historia de la Fotografía en Castilla-La Mancha. Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha y Centro de Estudios de Castilla-La Mancha, 2023, pp. 390-413. |
Catálogo de la Cinquième Exposition de la Société Française de Photographie, París, 1863. El Clamor Público (Madrid, 23-XII-1851). El contemporáneo (Madrid, 02-XII-1864), p. 4. | El Lloyd Español (Barcelona, 15-I-1865), p. 3. La Ilustración de Madrid (Madrid, 18-I-1851). La Patria (Madrid, 17-I-1851). |
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Zaragoza, 1846 – Santiago de Compostela, 30/08/1885
Juana Cabello es una de las primeras fotógrafas con estudio propio localizadas en Galicia. Abrió su gabinete en 1884 en el número 8 de la Rua do Franco en Santiago de Compostela y, aunque su trayectoria profesional fue breve y apenas se conocen tres de sus retratos, estos destacan por una notable calidad, superior a la habitual en aquella época.
Juana Cabello, Busto de dama, h. 1884. Colección de Carlos Castelao.
Juana Cabello Samitier nació en Zaragoza en el año 1846. Era hija Joaquín Cabello Balfagón y de Joaquina Samitier Salas, ambos procedentes de familias aragonesas, y tuvo al menos una hermana, llamada Bernardina, que se casó con apenas 18 años. Por su parte, Juana Cabello contrajo matrimonio con Andrés Hermida Soto el 14 de marzo de 1876 en la iglesia de San Pablo de su ciudad natal.
Andrés Hermida (Vedra, La Coruña, 1845 – Xinzo de Limia, Orense, 1894) -hijo de José Hermida de Insúa y María Soto Cristovo, pertenecientes a una familia noble del Valle de Ulla- era militar de infantería, profesión que le llevó a ser destinado a diversas ciudades españolas desde muy joven. A finales de los años sesenta inició su relación con la ceutí Mercedes Espinosa López, con quien tuvo dos hijos -aunque no llegaron a casarse-, Emilia y Leopoldo, nacidos en 1871 en Cádiz y en 1873 en Algeciras, respectivamente. Después de ser trasladado a varias localidades más, finalmente, en enero de 1875, Andrés Hermida se encontraba en Zaragoza, y fue por aquellas fechas cuando conoció a la autora, iniciaron su relación y apenas un año después se casaron. Juana Cabello asumió los hijos de la relación anterior de su marido y, en julio de 1876, se trasladaron a su siguiente destino profesional Ceuta, donde apenas unos meses después nació su hijo, Luis Eusebio Hermida Cabello (1876-h. 1939). Durante los años siguientes realizaron numerosos traslados hasta que, en abril de 1881, Andrés Hermida fue destinado a su Galicia natal, y la familia se estableció en Santiago de Compostela.
No se conocen datos sobre la formación fotográfica de Juana Cabello, es posible que aprendiera el oficio en alguno de los gabinetes de su ciudad natal -en aquella época trabajaban en Zaragoza Mariano Júdez, Gregorio Sabaté, Manuel Hortet, Santos Álvarez y Leandro y Dublán, por lo que pudo formarse con alguno de ellos-, en cualquier caso, alrededor de 1884 la autora abrió su estudio fotográfico en Santiago, convirtiéndose así en la segunda mujer en hacerlo en dicha localidad, después de María Cardarelly. Este estaba ubicado en el número 8 de la Rúa do Franco, paralela a la prestigiosa Rúa do Vilar, la calle de los fotógrafos en Compostela, que albergó a lo largo de las décadas los mejores gabinetes de la ciudad -como son los de Palmeiro, Ksado, Sandine, Almejún, Arturo o Chicharro-.
Apenas se conocen tres de sus trabajos, tres tarjetas de visita -dos retratos de sacerdotes y un busto femenino- que destacan por presentar una notable calidad, superior a la habitual en aquella época. Los cartones son de color negro, con las esquinas redondeadas y los bordes dorados, en cuya parte inferior figura, también en dorado, su nombre o la dirección de su establecimiento, e incluso, en uno de los casos, el monograma de la fotógrafa compuesto por una letra J y una C entrelazadas. En cuanto a los retratos, la composición es convencional, pero llaman la atención por la calidad del papel y por el contraste de la imagen, que logra producir sensación de relieve -por lo que es posible que utilizase algún procedimiento al carbón, más laborioso-.
Resulta llamativa la ausencia de noticias o referencias en la prensa local sobre la actividad de Juana Cabello, así como el aparente fracaso comercial de su establecimiento, ya que, como revelan sus retratos, su capacidad técnica y profesional era evidente, pero esto no evitó que cerrase su estudio apenas unos meses después de haberlo abierto. Pudieron ser muchos los motivos que impidieron que lograse el éxito que hubiera merecido, aunque es posible que influyera el precio elevado de sus trabajos, debido a la técnica utilizada, y que ser mujer tampoco contribuyera, de hecho, merece la pena señalar que, como ocurre con tantas fotógrafas, Juana Cabello no utilizaba su nombre propio, sino únicamente su inicial, firmaba como “J. Cabello”.
Probablemente movida por un cambio de estrategia comercial, al año siguiente la autora aprovechó el cierre del gabinete de Manuel Palmeiro, que acababa de fallecer -concluyendo con su muerte la primera gran saga de fotógrafos de Santiago de Compostela-, ubicado en el número 25 de la mencionada Rúa do Vilar, para alquilarlo, aunque para ello tuvo que contraer una deuda que acompañaría a la familia durante años. Pero en lugar de utilizar su nombre o mantener la firma de Palmeiro beneficiándose de su prestigio, lo sorprendente es que los Hermida Cabello abrieron su nuevo establecimiento fotográfico en el sótano de aquel edificio a nombre de su hijo Luis Hermida Cabello, cuando este apenas tenía 8 años. El joven, que habría aprendido el oficio con su madre, debió mostrar verdadera habilidad para la fotografía ya que, aunque en un principio es de suponer que la gestión y la mayor carga de trabajo la desempeñase Juana Cabello, la autora falleció en agosto de aquel mismo año, mientras que el estudio de Luis Hermida continuó desarrollando su actividad durante unos años más. En cuanto a la producción de este, hay que señalar que, aunque es cierto que al contrario de lo que había sucedido con Juana Cabello su nombre sí que apareció en reiteradas ocasiones en la prensa de la época -aunque lo extraño es que en ningún caso se aludiese a su edad-, a día de hoy resulta especialmente complejo identificar sus trabajos, ya que continuó utilizando los cartones sobrantes que habían heredado de su antecesor en el estudio, Manuel Palmeiro.
MAE, Blanca Torralba Gállego, enero 2024, DOI: 10.26754/mae1803_1945
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CASTELAO, C., As orixes da fotografía en Galicia. Estudios composteláns do XIX, Santiago de Compostela, Consorcio de Santiago / Alvarellos Editora, 2018, pp. 200-203. CASTELAO, C., María Cardarelly, un lostrego na fotografía galega, Padrón, Fundación Rosalía de Castro, 2017. CASTELAO, C., “Unha nova obra de Juana Cabello”, en el blog Memoria da imaxe, https://memoriadaimaxe.blogspot.com/2020/02/unha-nova-obra-de-juana-cabello.html?fbclid=IwAR2sARupMoEMoCMwUN3b3AM8SLkaI98F-pb9uRgufEfM4vXo1EByOwE2NLU | CASTELAO, C., “Los orígenes de la fotografía en Galicia”, en J. A. Hernández Latas (ed.), IV Jornadas sobre Investigación en Historia de la Fotografía. 1839-1939: Un siglo de fotografía, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2023, pp. 74-90. PADÍN OGANDO, F., “Juana Cabello (1846-1885)”, en el blog Fotografas Pioneiras, https://www.fotografaspioneiras.com/index.php/2019/02/06/juana-cabello-1846-1885/ Portal Clifford Fotoconnexio (https://www.fotoconnexio.cat/clifford/).
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Mondoñedo (Lugo), 27/05/1850 – 28/08/1913
Filomena Díaz fue una fotógrafa profesional que regentó un gabinete con su nombre en el número 16 de la calle Padilla de Mondoñedo (Lugo) durante más de tres décadas. Sus trabajos, que se hallan repartidos entre dispersos álbumes familiares, configuran un completo retrato de la sociedad gallega de finales del siglo XIX y principios del XX.
Reverso de uno de los cartones utilizados por Filomena Díaz (Retrato femenino), h. 1898-1905. Colección Fernando Halperin.
Filomena Díaz Villada nació en Mondoñedo (Lugo) el 27 de mayo de 1850. Su madre, Manuela Díaz Villada, natural de la misma localidad, fue madre soltera, por lo que Filomena Díaz se crio en uno de los numerosos hogares denominados en la zona como de mulleres que veñen de sobre si -lo cual probablemente condicionó su vida-, cuyo número aumentó progresivamente resultado de un elevado porcentaje de hombres que emigraron durante el siglo XIX en la región.
No sabemos cuándo comenzó a utilizar la cámara fotográfica ni cómo fue su formación, pero la información recogida en el censo de población del año 1880 evidencia que ya ejercía como fotógrafa. Según indican los anuarios comerciales, en Mondoñedo hubo tres fotógrafos activos desde finales del siglo XIX, de los cuales dos eran mujeres, Antonia Santos, Filomena Díaz y Pedro Corral. Antonia Santos se dedicaba profesionalmente a la fotografía desde los años setenta, por lo que es posible que, como propone Fernanda Padín, Filomena Díaz aprendiese con ella el oficio. Otra hipótesis que plantea es que lo hiciese con Julián Villada, teniendo en cuenta que al compartir apellido pudieron ser familiares, empleado de correos que se anunciaba como retratista en El Hermandino a mediados de los años ochenta.
En cualquier caso, la autora ejerció como fotógrafa profesional regentando el estudio fotográfico que llevaba su nombre, uno de los pocos gabinetes que localizamos en aquellos años con nombre de mujer, que estaba ubicado en el segundo piso del edificio número 16 de la céntrica calle Padilla -actual calle Alfonso VII-. Además, desde el año 1897 hasta su fallecimiento, Filomena Díaz anunció su negocio en la sección de Fotógrafos del Anuario Bailly-Baillierie, y entre 1901 y 1908 lo hizo también en el Anuario Riera.
Finalmente, después de tres décadas al frente del establecimiento fotográfico, Filomena Díaz falleció el 28 de agosto de 1913, debido a una enfermedad pulmonar. Hasta la fecha, no se ha localizado ninguna información que indique que estuviese casada o que tuviese descendencia, siendo este uno de los posibles motivos por los que su trabajo únicamente se ha conservado diseminado entre dispersos álbumes familiares.
Entre las fotografías conservadas, localizamos diversos formatos de cartones, como las denominadas Tarjeta Victoria, Tarjeta Salón, Tarjeta Gran Promenade o Tarjeta Paris, aunque el formato más habitual entre su producción es el llamado Tarjeta Americana, de un tamaño ligeramente mayor que la habitual un Tarjeta de visita, con una medida estándar de 168 x 108 mm.
En la parte inferior del anverso de los cartones, debajo de la fotografía, figuraba el nombre del estudio y la dirección, e incluso, en muchos de los casos un monograma compuesto por sus iniciales, las letras F y D, yuxtapuestas o entrelazadas. Por su parte, en los anversos de los mismos solían destacar -aunque no en todos los casos, algunos están en blanco- grandes litografías que incorporaban de nuevo los datos del gabinete, con diseños que varían a lo largo de los años. En el reverso de una de las piezas aparece un sello de tinta sencillo y con forma ovalada, una clase de identificación del gabinete que comenzó a utilizarse a principios del siglo XX.
Según evidencian las fotografías localizadas, Filomena Díaz se dedicó fundamentalmente al retrato, género que practicó en sus diferentes tipologías, ya que realizó retratos de personas de distintas clases sociales, retratos individuales y de grupo, retratos de busto y de cuerpo entero, retratos infantiles y de adultos, etc. Además, observamos que la autora utilizó distintos fondos pintados para sus fotografías, alguno de los cuales ha permitido atribuir su autoría. Fondos que imitan ambientes variados, desde interiores más clásicos hasta exteriores floridos y rocosos o arboledas, delante de los que incorpora mobiliario y diversos objetos que utiliza reiteradamente en el estudio, como son mesas, sillas, reclinatorios, crucifijos, rocas decorativas o una característica begonia, que completan la composición. Con todo ello, las piezas conservadas permiten adivinar que la producción de la fotógrafa Filomena Díaz Villada configura un completo retrato de la sociedad gallega de finales del siglo XIX y principios del XX.
MAE, Blanca Torralba Gállego, enero 2024, DOI: 10.26754/mae1803_1945
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